"Compadre, tomé una decisión"

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Mi vecino

Yo vivo en un apartamento en Puerto Ordaz. Vivó allí desde que me vine de Caracas a trabajar en la Corporación Venezolana de Guayana. Tengo, pues, junto a mi familia, cerca de los 32 años viviendo en este lugar. Lógicamente que tengo muchas amistades, unos son chavistas, otras no lo son. Pero lo cierto es que yo los respeto a todos, en especial a los que no son chavistas. Soy tolerante. Ni los provocó, ni caigo en provocación, pues, tengo un sentido muy amplio de lo que es la amistad. Así que llevo una vida tranquila. Dentro de esa gama de amistades, que no son chavistas, tengo a alguien que no rehúye hablar conmigo de política. Ambos nos respetados. Somos tolerantes. Y que no pierde la ocasión para preguntarme "como veo la cuestión". Esa persona, en días recientes, me abordó y me manifestó que quería tomarse un café conmigo. A pesar de mis problemas de salud, acepté. Y deseo compartir con mis lectores el cómo se desarrolló la conversación. Lo hago porque creo que decisiones como la que él tomó, merece ser conocida por otras personas, sean o no chavistas. Me conmovió. Procedo:

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Me cansé

"Compadre—me dijo sin tapujos—, tomé una decisión y quiero compartirla con usted. Como usted sabe yo voté por Chávez, una primera ocasión, cuando salió electo por primera vez. Más tarde me separé de quienes simpatizaban con su proceso. Usted sabe por qué. Y de allí en adelante me comprometí con la oposición. Le aclaro, no con un partido en especial, pero sí me incluí en el campo de la oposición. Pero, desde ayer, mi decisión es que no quiero nada con está oposición dirigida por la MUD, hoy en manos de Enrique Capriles, Freddy Guevara, María Corina Machado y la esposa de Leopoldo López. Precisamente, mi decisión la tomé, luego que oí a la señora Lilian Tintori en el programa de Vladimir Villegas. No fue debido a lo que dijo, el rancho ya venía ardiendo. Pero oírla me permitió aclarar mi mente, y me dije para mis adentros "coño, esta cuerda de locos son los que van a manejar a este país". No puede ser, compadre, no puede ser. Yo entre estos desquiciados que están intentando destruir a Venezuela, a través de hechos violentos cargados de rabia y odio, cargados de venganza, en el mismísimo estilo del fascismo de Mussolini. Usted, sabe mejor que yo, que el fascismo en Italia nació de mano de la violencia. Los seguidores de Mussolini apaleaban a las personas. Rompían las vidrieras de los negocios. Quemaban la basura en la calle, tumbaban árboles en las avenidas, y daban muerte a quienes osaran enfrentárseles. En otras palabras, hacían lo que la derecha radical está haciendo en Venezuela. Ellos quieren sembrar el terror mediante sus actos descontrolados, violentos y asesinos. Gracias a esa actitud, yo desperté. Abrí mis ojos. Me los habían vendado sin darme cuenta…Esta señora, con su cara ni niña bien, aceptó que sí había menores en las protestas, porque ellos también estaban afectado. Pero que a sus hijos, nunca les permitiría ir, si estuvieran la edad. Y a una pregunta del periodista, dijo: "Nosotros no le paramos a elecciones. Lo nuestro es calle, es protesta, es…"

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Yo amo a mi país

"Compadre, no quiero eso para mí país. Mis padres llegaron aquí con una mano adelante y la otra atrás, huyendo de los resultados de la barbarie en Europa. Y este país, generoso por demás, les abrió los brazos y los acogió con buena voluntad. Y fue en esta tierra bendita por los Dioses, donde mis padres salieron para adelante, a puro pulmón. Al principio, mi padre comía solo Pepsi-cola, pan y jamón, mientras sus manos eran desgarradas por las cabillas, y el efecto de la arena y el cemento. Dejó, parte de sus años, en la construcción de las torres del Silencio, en época de Marcos Pérez Jiménez. Soy el producto del esfuerzo de ellos. Me engendraron, me criaron, me dieron educación, y hoy, día, estoy jubilado, gozando de dos pensiones. Tengo esposa, hijos y nietos. Todos, absolutamente, venezolanos, más que yo, inclusive. Son profesionales, gracias a este país y a su democracia…".

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Perdieron la cabeza

"Compadre, nadie, absolutamente nadie que tenga cinco desde de frente puede avalar esta violencia destructiva y criminal. Al carajo, estos locos… Pero le digo una cosa, mi decisión no tiene que ver con que me convertiré en chavista. Nada que ver. Me mantendré observando el panorama. Tampoco participaré en la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Eso sí, hay algo que puedo decirle, con toda sinceridad: este señor Nicolás Maduro, las tiene bien puestas. Desde que recibió el mandato presidencial está recibiendo lo suyo. No lo hemos dejado gobernar un solo día. Y, para mí, tal como estoy viendo las cosas, está acabando con la oposición. Es decir, con la intención que los ha movido desde un principio: tumbar a Maduro y acabar con el chavismo. Yo mismo, en un momento dado, creí que el hombre estaba acabado, pero no sé de dónde ha sacado fuerzas no sólo para mantenerse, sino para tomar el control de la crisis, creada por la derecha, y se está imponiendo. Querámoslo o no aceptar, esta ganado la batalla. Yo estoy claro: nosotros mismos, es decir, los oposicionistas, somos culpable de la fortaleza de Nicolás Maduro. O mejor dicho, la dirigencia de la MUD, con sus torpezas, ha generado ese crecimiento personal del Presidente, a la par que el desmoronamiento de la oposición. Cada día son menos los que van a las marchas y nosotros mismos hemos sido víctimas de nosotros. No hay derecho de tanto error. Perdieron la cabeza. Ya no piensan, sólo hablan y actúan por inercia.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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