Lo anecdótico de los hechos del 13 de abril de 2002

Hablar de los hechos del 11 al 13 de abril de 2002, es hablar uno de los sucesos políticos más controversiales de la historia contemporánea venezolana. Pero hablar del sábado 13 de abril de 2002, es hablar del día de la Lealtad de los patriotas, del pueblo cívico y militar chavista. Así queda recogido en el libro "La Conciencia de la Lealtad: Confesiones del general en jefe Jorge Luis García Carneiro, sobre el golpe de Estado en Venezuela de abril de 2002, escrito en coautoría con el investigador Andrés Giussepe.

A continuación, un resumen de varios de los acontecimientos que ocurrieron ese día antes del retorno del presidente Chávez, narrados por García Carneiro en ese libro inédito. Así se dieron las cosas.

Ese 13 de abril transcurrió con los medios de comunicación televisivos transmitiendo comiquitas y películas, mientras el pueblo angustiado y acostumbrado a un presidente Chávez que se comunicaba casi a diario con ellos, comenzó a salir a las calles desde temprano a exigir que se le dijera la verdad de donde estaba realmente su presidente, qué había pasado con él. Había mucha confusión entre el pueblo democrático y chavista. Se lanzaron a las calles a reclamarles a los golpistas instalados en el Palacio de Miraflores que le devolvieran a su presidente.

El comandante general del Ejército, el golpista Vásquez Velazco, había convocado para ese día a una reunión a celebrarse en Fuerte Tiuna a la 1:00 pm. Ya a esa hora había un descontento entre los militares golpistas, luego de la autoproclamación y designación de Carmona Estanga como autoritario en la tarde del día anterior.

Varios militares patriotas comenzamos a diseñar una estrategia para aprovechar ese descontento y la confusión que aún reinaba en el seno de las fuerzas armadas. No se podía confiar en nadie. Nadie sabía quién era quién, quién estaba de acuerdo o en contra del golpe de Estado. Por lo tanto, manejarse en ese estado de confusión y de traiciones era demasiado peligroso, incluso se ponía en peligro la vida. Pero un grupo de aliados comenzamos a fijar estrategias y afrontar lo que viniese, para generar confusión y caos, para rescatar la democracia, el hilo constitucional y traer de vuelta al Presidente de las Fuerzas Armadas que era Hugo Chávez Frías.

Por su parte varios líderes del Movimiento Quinta República (MVR) estaban en los barrios de Coche y El Valle convocando con megáfonos al pueblo hacia la alcabala 3 de Fuerte Tiuna… Pero realmente, vino gente de todas partes de Caracas a esa alcabala y ya a las 11: am había más de 5000 personas protestando y reclamando a su Presidente. Allí se encontraba líderes como Nelsón Merentes, Iris Varela, Desireé Santos Amaral, a los diputados Adel El Zabayar, José Khan y Julio García Harpa, y la dirigente del partido de gobierno, Aurora Morales, entre otros.

En la madrugada de ese día 13 de abril, los golpistas habían decidido trasladar al Presidente Chávez a la base naval de Turiamo, estado Aragua, un lugar ubicado a unas dos horas de camino de Maracay, la capital del Estado, donde había muy poca señal de telecomunicaciones.

Entonces, mientras el pueblo se volcó a las calles a concentrarse en Miraflores, en la Alcabala 3 de Fuerte Tiuna y en las inmediaciones de la Brigada de Paracaidistas de la ciudad de Maracay, los golpistas seguían celebrando y repartiéndose el coroto en Miraflores y en el Ministerio de la Defensa. La consigna era: "Regresen a Chávez", "No ha renunciado, lo tienen secuestrado".

LAS ACTUACIONES DE LA GUARDIA DE HONOR

Al ver la concentración popular, en el Palacio de Miraflores, los militares patriotas, intentaron restituir el poder. Recuerdo, que como a las 11:00 am, el coronel Jesús Morao Gardona, comandante del Regimiento de la Guardia de Honor, ubicado en el Palacio de Miraflores, se comunica conmigo, se me pone a la orden y manifiesta su posición de no reconocer el gobierno de facto y solicita que les envíe tanques de guerra al Palacio, porque ellos estaban dispuestos a retomarlo a la fuerza. Entre tantas cosas, me dice:

Mi general, a partir de este momento estoy a la orden suya. ¡Usted ordene!

Es así, como le di las siguientes instrucciones:

Tome control del Palacio, mantenga bajo custodia de protección a todos los conspiradores y otros ciudadanos presentes, métalos en el sótano y aplique el Plan de Defensa del Palacio.

Con mucha resistencia pero con paso firme, de esa forma el Regimiento de la Guardia de Honor toma el control del Palacio de Miraflores, detienen a los miembros de la Unidad de Operaciones Especiales de la Armada que había instalado el golpismo por medio del contralmirante Molina Tamayo.

Luego, comienzan a llegar las tropas leales, y los integrantes del gobierno de facto que esperaban por su juramentación, además de un grupo de personalidades invitadas, comenzaron a huir por la prevención número 3. Por allí también escaparon Carmona Estanga y Molina Tamayo, abordando un vehículo Lincoln Town Car, color negro. De ahí, salieron rumbo al Ministerio de la Defensa en Fuerte Tiuna, buscando apoyo de los militares golpistas.

EN LA REUNIÓN DEL CASINO DEL BATALLÓN AYALA

A la 01 de la tarde se celebra la reunión pautada en el Casino del Batallón Ayala, contando con la presencia de todos los comandantes de unidades del Fuerte Tiuna y de un grupo de los generales golpistas.

El objetivo de la reunión era analizar los hechos de violación de la Constitución y los derechos humanos desde el pronunciamiento de Carmona Estanga y fijar una posición del Ejército ante esas arbitrariedades.

Yo no fui convocado a esa reunión. Me entero por otros medios, pero igualmente fui para participar. Cuando llego a la entrada de la Alcabala 3 para ingresar al Fuerte Tiuna varios soldados llegan corriendo y se acercan para detenerme. Me informan que esa era la orden que tenían y que debía acompañarlos, pero yo me resisto a la detención. En ese momento, la diputada Iris Varela que se encontraba aupando a la multitud, se da cuenta de lo que me estaba sucediendo, y por el parlante les exhorta a los soldados: ¡Si detienen al general Carneiro, el pueblo se va a meter para el Fuerte Tiuna! En ese sentido, ella me salvó en ese momento.

Ingreso y cuando llego al casino de oficiales del Batallón Ayala fui uno de los primeros en hacerlo. Aprovecho la ocasión para intercambiar ideas con los presentes y les sugiero realizar una serie de peticiones cuando estuvieran allí.

Llegan juntos el general Vásquez Velazco, el general Ovidio Poggioli Pérez, que ya había sido designado como director de la Disip por el gobierno de facto. También, llegaron el general Guaicaipuro Lameda, el general Ramírez Pérez, el general Félix Ruiz Guzmán, el general Lugo Peña, el general González González, el general Alfonzo Martínez, el general de brigada Ítalo Fernández, el general de División Rommel Fuenmayor, el general González Cárdenas, el general González Guzmán, el general de división Manuel Rosendo y otros oficiales que no recuerdo en este momento. En total, eran diecisiete generales golpistas contra tres, el general Wilfredo Silva, el coronel Virgilio Lameda y mi persona.

De repente llega el general Navarro Chacón, que venía con las instrucciones precisas de Carmona y de otros de arriba, de hacer todo lo necesario para suspender la reunión.

Este general le solicitó a Vásquez Velazco que se levantara y lo acompañara para conversar a solas. Pero, éste se rehusó a hablar con él:

  • ¡No, no! ¡Yo quiero terminar este documento!

Navarro Chacón le insiste, pero Vásquez Velazco sigue negándose, pero con tono molesto.

Ante tal situación, aprovecho el momento para acercármele al general Chacón y manifestarle:

  • Mire mi general, aguántese que se está redactando un documento aquí.

Él me dice con un tono agresivo:

  • ¡No, no! ¡Yo con usted no quiero hablar!

Le respondo, entonces, con el mismo tono:

- ¡Yo con usted tampoco tengo nada que hablar! ¡Así que le agradezco, pues esto hay que concluirlo!

Luego, Vásquez Velazco sale a atender a Navarro Chacón y nos dejaron el documento al general Ariieta Arvila y mi persona para seguir redactándolo…. Ese momento fue decisivo, porque aprovechamos y tachamos aquellas cosas con la cual no estábamos de acuerdo, entre ellas la que decía que se mantenía el apoyo a Carmona Estanga. El resto de los comandantes discutían sobre una serie de medidas a tomar en lo inmediato.

De manera estratégica, me cercioré que en el documento quedara redactado el reconocimiento a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sobre todo que fuese colocada la fecha 1999. Recordemos que Carmona Estanga la había eliminado en su autoproclamación, y restituyó, de un solo plumazo, la del año 1961. Allí, develó abiertamente sus intenciones de implantar una dictadura fascista en Venezuela.

Con las modificaciones el gobierno de facto se viera en la obligación de reconocer la Constitución de 1999, y así dejar abierta las posibilidades del retorno de Chávez, porque si ésta era reconocida por ellos, directamente se estaría reconociendo a los Poderes Públicos, y en este caso a la Asamblea Nacional. Por tanto, el regreso del Presidente estaba garantizado, porque, ante una supuesta renuncia, él debía hacerlo por medio de la Asamblea Nacional.

Para introducir esos cambios en el documento tuvimos que tomar una actitud pasiva, muy sigilosa, muy política. Ante todo, estábamos garantizando el respeto debido hacia la Constitución y la institucionalidad castrense que había sido pisoteada por los propios golpistas. Aquí, mi lealtad era siempre para con la patria, luego para con la institución y posteriormente para con los hombres.

Si yo me enfrentaba a los militares golpistas en ese preciso momento, es decir, si me oponía radicalmente a lo que estaban haciendo, me hubiesen excluido, y no hubiese podido hacer los cambios en el documento final… Y eso fue lo que efectivamente hice.

Luego de corregido el documento y viendo que el general Vásquez Velazco no regresaba, les digo a todos:

¡Miren señores, aquí los más arrechos son ustedes! ¡Los que tienen los hombres y las armas son ustedes! Entonces, ¡por qué carajo tenemos que esperarlo a él! ¡Vamos a buscarlo y lo traemos acá y lo sentamos para que escuche cómo quedó redactado el documento final!

Decidimos ir a buscar al general Navarro y a Vásquez Velazco y les exigimos que continuara con la reunión.

¡Mire, mi general, esto tiene que terminarse! ¡Así que, por favor, ingrese otra vez al salón!

Lo trajimos de vuelta. Yo le exhorté a que practicara el discurso, porque ya se acercaba el momento de realizar el pronunciamiento público y además estaban llegando los medios de comunicación convocados para tal fin. Él aceptó mi exhorto, y comenzó a leer en voz alta el discurso.

Realmente, estábamos conminando al general Vásquez Velazco a pronunciarse en contra de sus compañeros golpistas, a que desconociera de manera pública el acto de juramentación de Carmona Estanga y las decisiones allí tomadas. Y eso se logró gracias al rol estratégico que jugaron los comandantes de unidades tácticas, los tenientes coroneles, los capitanes, los mayores, inclusive los segundos comandantes, bajo la exigencia que se le impuso al general Vásquez Velazco para que reconociera la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Considero que allí estuvo el éxito de la restitución del poder gracias a los pocos generales que estaban allí, batallando, trabajando en equipo… Allí está la satisfacción personal que da la lealtad a un pueblo, a una Constitución, a una institución y a un hombre como Hugo Chávez.

Recuerdo que los comandantes de batallón que estuvieron allí presentes en ese momento decisivo, fueron: el teniente coronel Vladimir Padrino López, Mario de Marchis Orozco, Ronald Madriz León, Ovidio Rodríguez, Guzmán Blanco; teniente coronel Rubeomar Lameda Quero, del Batallón Uslar —al que le ordenaron prepararme la habitación donde supuestamente me recluirían, si lograban detenerme, entre otros

EL SEGUNDO PRONUNCIAMIENTO DEL EJÉRCITO: ¡LA ESTOCADA FINAL!

Una vez que todo estaba listo para la rueda de prensa, a punto para salir al aire a través de los medios de comunicación nacional, informan que no había ningún tipo de comunicación por señal en vivo, que las repetidoras estaban caídas desde el día anterior. Sin embargo, hubo un técnico que le manifestó al coronel Granadillo Perozo:

- ¡Si logramos comunicación con CNN Atlanta podemos hacer que la señal llegue a Venezuela!

En esa misma declaración, Vásquez Velazco ratificaba públicamente a todos los integrantes del Alto Mando Militar del Ejército y a sus comandantes naturales, contraviniendo la orden dada por Carmona Estanga. Entre esos ratificados me encontraba yo, que había sido destituido dos días antes.

Con esa declaración el pueblo se volcó completico a buscar a Chávez

El pueblo de Caracas salió a las calles a protestar en contra del golpe de Estado, a trancar las vías, en algunos lugares hubo conatos de saqueos de comercios. En los alrededores del Palacio se acrecentó la multitud que coreaba consignas, entre ellas: "¡Queremos a Chávez! ¡Queremos a Chávez!" Y en los cuarteles, el ambiente de indignación y de desengaño alentó el sentimiento de patriotismo y de apoyo a Chávez.

DISCURSO EN LA ALCABALA 3 DEL FUERTE TIUNA

En vista de lo que estaba ocurriendo entre los golpistas, y ya contando con el apoyo de todos los comandantes, tomamos la decisión de trasladarnos a la entrada de la alcabala 3, en Coche, donde se congregaba gran cantidad de personas exigiendo la presencia del presidente Chávez. Allí, el ambiente se había puesto más tenso.

Había unas 50 mil personas, aproximadamente en la Alcabala 3.

De manera improvisada, me monté en un tanque Dragón 300 rodeado por la muchedumbre, tomé un megáfono y de allí me dirigí al glorioso pueblo de Caracas presente y le dije la verdad de lo que estaba ocurriendo. Esa verdad que no conocían sobre el paradero del Presidente. Les informé que él no estaba en el Fuerte Tiuna, que estábamos frente a un gobierno de facto: frente a un golpe de Estado, pero que el Ejército venezolano patriota no iba a reconocerlo en ningún momento, y todas las guarniciones militares estaban con Chávez, por tanto, que no aceptábamos al señor Carmona por ser inconstitucional, y la presencia de la gente en la calle era fundamental.

¡Ustedes tienen que quedarse aquí… ustedes valen mucho! —les dije en mi arenga.

La gente aplaudió, vitoreó y gritó consignas: ¡Viva Chávez! ¡Viva la Revolución! ¡Viva la Fuerza Armada! ¡Viva el pueblo venezolano! ¡Uh, ah, Chávez no se va! ¡No ha renunciado, lo tienen secuestrado!

ORDENO DETENER A CARMONA Y A LOS GENERALES GOLPISTAS

Estando en la alcabala 3, les exijo a los generales Martínez Mendoza, Chaparro Espinoza, y a los coroneles Montilla Pantoja y Granadillo Perozo, apoyados por dos capitanes más, para que se trasladaran al quinto piso del Ministerio de la Defensa donde están los generales y almirantes comprometidos con la ruptura del hilo constitucional. Les dije que fueran y les informaran que yo tenía el control de todas las unidades militares de Fuerte Tiuna, y que el pueblo aglomerado en la alcabala 3, estaba exigiendo que se presente Chávez de inmediato.

Ellos, acatando mi orden, se fueron para allá con tropas, los capturaron y me informaron por teléfono que ya estaban presos. Detuvieron a todos los oficiales, generales y almirantes: más de ciento veinte. Entre ellos, se encontraban los generales Lugo Peña, Alfonzo Martínez, Guaicaipuro Lameda, Comisso Urdaneta, Chacón Quintana, Fuenmayor León, Manuel Rosendo y Navarro Chacón, el contralmirante Molina Tamayo, el vicealmirante Ramírez Pérez, Ruiz Guzmán y el coronel Pérez Villalobos y otros.

De este modo, les quitaron los teléfonos celulares, pusieron a todos sentados en el piso, para que no pudieran pararse... Luego, los oficiales del Batallón Caracas capturaron a Carmona Estanga en la habitación del ministro de la Defensa, ubicada detrás de donde estaba el resto. De allí lo sacaron y lo llevaron al despacho, con los demás detenidos.

Al ser informado de estas acciones, de manera inmediata volví a tomar el micrófono y le transmití al pueblo presente esa información:

  • ¡Me acaban de avisar que en este momento los soldados patriotas capturaron a Carmona Estanga! ¡Lo tienen preso junto con todos los generales y almirantes golpistas que estaban en el quinto piso del Ministerio de la Defensa!

Se desató, entonces, una algarabía, hubo aplausos, abrazos, mucha alegría. Ese momento vivido es algo único en la vida.

Yo llamé al doctor José Vicente Rangel y le informé sobre la detención de Carmona Estanga y de los oficiales golpistas. De pronto, llegó, se subió a la tarima, tomó el micrófono y se dirigió a la multitud. Les habló de la valentía de ese pueblo heroico que salió a pedir la presencia de su Presidente. Recibió fuertes aplausos de los presentes. Después, él se dirigió al quinto piso del Ministerio de la Defensa y les dio una arenga a los golpistas.

A partir de ese momento comenzaron las acciones para garantizar el retorno de Hugo Chávez Frías a Miraflores, hecho que ocurrió en la madrugada del 14 de abril de 2002.



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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