Salario mínimo y guerra económica

El camarada Presidente Maduro, ha contado con la benevolencia de haber contado con toda la experiencia previa desarrollada por nuestro Comandante Hugo Chávez contra las modalidades de guerra no convencional, implementadas por el imperialismo de los EEUU, sus agentes económicos y políticos (Fedecámaras y la MUD) en nuestro territorio. Incluso, parte del arsenal contra la guerra no convencional le fue dejado como herramienta: la Ley de Precios Justos, el otrora Indepabis hoy, Sundde y, más allá todo un pueblo formado y adiestrado en la defensa de sus derechos y reivindicaciones quien, por cierto, el camarada Maduro, poco ha incorporado a la batalla contra esa modalidad de guerra no convencional convertida en especulación, acaparamiento, bachaqueo, colas, alta inflación y delincuencia comercial.

Tardó dos años con sus meses, para que el camarada Maduro y sus equipos económicos, pudieran dar con el Talón de Aquiles del factor capital, quien se mantiene, en confrontación permanente contra el pueblo venezolano, como bien suele decir el capo de la harina de maíz, en aquella conversación telefónica hecha pública: "estoy en guerra". Antes que Maduro y sus equipos económicos, pudieran dar con el Talón de Aquiles de los capitalistas en esta confrontación capital-pueblo, C. Marx en temprana fecha como 1849, descubría esas debilidades, citemos: "El capital sólo puede aumentar cambiándose por fuerza de trabajo, engendrando el trabajo asalariado…" (Trabajo Asalariado y Capital, C. Marx, 1849). Preguntándose C. Marx: "Cuál es la ley general que rige el alza y la baja del salario y la ganancia, en sus relaciones mutuas?", respondiéndose: "Se hallan en razón inversa. La parte de que se apropia el capital, la ganancia, aumenta en la misma proporción en que disminuye la parte que le toca al trabajo, el salario, y viceversa. La ganancia aumenta en la medida en que disminuye el salario y disminuye en la medida en que éste aumenta". Relaciones opuestas y contradictorias, así las caracterizaba Marx: "Un aumento rápido del capital equivale a un rápido aumento de la ganancia. La ganancia sólo puede crecer rápidamente si el precio del trabajo, el salario relativo, disminuye con la misma rapidez. El salario relativo puede disminuir aunque aumente el salario real simultáneamente con el salario nominal, con la expresión monetaria del valor del trabajo, siempre que éstos no suban en la misma proporción que la ganancia…" Concluyendo el investigador social: "Que, incluso en la situación más favorable para la clase obrera, el incremento más rápido posible del capital, por mucho que mejores la vida material del obrero, no suprime el antagonismo entre sus intereses y los intereses del burgués, los intereses del capitalista. Ganancia y salario seguirán hallándose, exactamente lo mismo que antes, en razón inversa". Marx, llegó a una conclusión determinante para el objeto de estas líneas: dado que la ganancia y los salarios tienen una relación inversa, es obvio entonces, que al aumentar los salarios se genera una baja en la tasa de ganancia de los capitalistas, pues los lleva a compartir sus ganancias con el factor trabajo si, a lo cual, le agregamos, los impuestos que tendrá a bien recabar la maquinaria estatal, en nuestro caso: el SENIAT; obvio entonces, que al capitalista no le interesará o convendrá, que los salarios y los impuestos se le vayan al alza, pues sus ganancias se irán a lo mínimo. Entonces, convenimos en acordar que la política de Escala Móvil del Salario Mínimo y Ajuste de la Base de Cálculo de la Unidad del Cestaticket Socialista cada tres meses, es un mecanismo regulador del hedonismo capitalista, el cual procura la máxima ganancia sin importarles en lo más mínimo el interés colectivo. Peor aún, cuando sus fines no son económicos sino políticos, siendo éstos, derrocar un Gobierno que no es afecto a sus políticas neoliberales de supremacía del mercado. He allí, parte de la esencia de la política anti inflacionaria, anti especulativa, que ha venido instrumentando el Gobierno del camarada Maduro para torcerle el espinazo a la burguesía parasitaria que tiene sus negocios radicados en nuestro país, incluida aquella de corte trasnacional.

Por supuesto, no faltarán quienes negarán esa política desde dentro del Gobierno y en filas enemigas, señalándola contraria al necesario incremento de la productividad, que es uno de los ejes fundamentales de la Agenda Económica Bolivariana desplegada desde finales del año pasado, por el Gobierno del camarada Maduro. Importante, traer a colación la obra de John Smith: "Imperialism in the 21st Century", en la que aborda parte de esta temática después de demostrarnos cómo la base del imperialismo moderno en el siglo XXI, es la "sobre-explotación" de los trabajadores del "Sur". Señala Smith: "Los salarios de hambre, las fábricas trampa mortales, y los fétidos barrios pobres en Bangladesh son representativos de las condiciones que soportan cientos de millones de personas que trabajan en todo el Sur Global, la fuente de plusvalía que sostiene las ganancias y el sobreconsumo insostenible en los países imperialistas". Siendo la principal conclusión a que llega Smith, que la característica clave de las ganancias de las operaciones imperialistas modernas es, que los salarios impuestos a los trabajadores del Sur están por debajo del valor de la fuerza de trabajo, valga decir, por debajo de lo mínimo necesario para su sobrevivencia como clase.

Refuta Smith, aquella conseja que identifica crecimiento de los salarios con la productividad de la mano de obra: "…las diferencias salariales se ven significativamente afectadas por la supresión coercitiva de la movilidad laboral, en otras palabras, por un factor que es, de manera contradictoria, totalmente independiente de la productividad". Pues, corresponde al Sur "improductivo" sostener al Norte "productivo, lo demuestra con cifras contundentes: "En 2010, el 79 por ciento, o 541 millones de los trabajadores industriales del mundo vivían en regiones menos desarrolladas, a diferencia del 34 por ciento en 1950 y el 53 por ciento en 1980, comparado con los 145 millones de trabajadores industriales, o el 21 por ciento del total, que en 2010 vivían en los países imperialistas". Para los trabajadores de la industria manufacturera, este cambio es aún más dramático, según Smith, pues ahora el 83 por ciento de toda la mano de obra de las fábricas manufactureras del mundo, viven y trabajan en las naciones del Sur Global. Continúa Smith, aportándonos datos interesantísimos: "La "Población económicamente activa" del mundo (PEA) creció de 1.900 millones en 1980 a 3,100 millones en 2006, un aumento del 63 por ciento. Casi todo este crecimiento numérico se ha producido en los "países emergentes", donde vive el 84 por ciento de la fuerza de trabajo mundial, 1.600 millones de los cuales son asalariados, los otros mil millones son pequeños agricultores y una multitud de personas que trabajan en la infinitamente variada "economía informal." Como dice Smith: "Los salarios pagados a los trabajadores en el Sur se ven afectados por factores que no tienen relación o relevancia para la productividad de estos trabajadores en su trabajo, factores derivados de las condiciones en el mercado laboral y las estructuras y relaciones sociales en generales que afectan a la reproducción de la fuerza de trabajo, incluyendo la supresión de la libre circulación internacional de los trabajadores y la aparición de un gran exceso de población relativa en el Sur Global. Esto hace un gran agujero en el edificio tambaleante de la economía dominante". Fue gracias a esa enorme sobreexplotación, que el capital del Norte pudo recuperar parte de la caída de la rentabilidad de sus capitales sufrida en la década de los 70, como demuestra Smith: "…el plusvalor extraído de estas nuevas legiones de trabajadores mal pagados ayudó a sacar al sistema de capitalismo de su agujero en la década de 1970".

Estimamos, que "para torcerle definitivamente el espinazo" a la guerra económica, como afirmaba días atrás el camarada Vicepresidente Ejecutivo de la República, Aristóbulo Isturiz, dos medidas complementarias deben ser puestas en ejecución: una primera, orientada a dar cumplimiento al mandato Constitucional que ordena al Estado venezolano a garantizar la Plena Soberanía Alimentaria, para lo cual, como lo demuestra la reciente experiencia de contrabando, acaparamiento, especulación, colas, inflación galopante, desabastecimiento, en fin, penurias a nuestro pueblo para poder acceder a sus alimentos; debe nacionalizarse todo el sector alimentario y aquellas empresas dedicadas al rubro que pretendan mantenerse funcionando en el marco de economía mixta contemplado en nuestra Constitución, deberán hacerlo como socios minoritarios del Estado, quien deberá asumir como mínimo el 60 por ciento del valor de dichas empresas. Con lo cual, será el Estado como factor determinante, quien controle no solo los factores productivos, sino las distribución y comercialización de los alimentos en todo el territorio nacional. Entonces, sí y solo sí, podremos hablar de cumplimiento o no del mandato Constitucional de Plena Soberanía Alimentaria. Y no como ahora que el 90 por ciento del ramo alimentario está en manos del sector privado, a las consecuencias y efectos nos remitimos, júzguelos ud mismo.

Una segunda medida, de carácter capitalista, recomendada por notables economistas de esa tendencia, como es el caso de Tomas Piketty, quien en su obra "Capital en el siglo XXI", adelantaba algo de eso después de reconocer que "el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias, que cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los que se fundamentan nuestras sociedades democráticas", proponiéndonos como solución a un problema estructural del sistema capitalista: "La solución correcta es un impuesto progresivo anual sobre el capital; así sería posible evitar la interminable espiral de desigualdad y preservar las fuerzas de la competencia y los incentivos para que no deje de haber acumulaciones originarias". Estimamos, que la especulación y la inflación, deben ser penalizadas con un Impuesto a las Ganancias Especulativas. ¿De qué forma? Establecido el PMVP o como le llaman ahora: Precio Justo, todos aquellos comercios y productores por igual, que se desvíen del cumplimiento del mismo, irrespetándolo, y sean descubiertos en su delitos por la SUNDDE, en esa misma proporción (la del incremento de precio del producto) se le deberá incrementar la tasa impositiva a cancelar por ese año al SENIAT. Mano dura reclama el pueblo, mano dura debe aplicar el Gobierno contra las bandas delincuenciales auto apodadas como "comerciantes". "Vacilar es perdernos", como diría el Padre Libertador Simón Bolívar en los días previos a aquel memorable 5 de julio de 1811, que llevó a los patriotas a declarar la Independencia Nacional del imperio español…

Caracas, 15-08-2016

 

 



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Henry Escalante


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