La gran batalla de los mercados y los CLAP

De entrada, entendamos que el dinero no tiene patria y por tal razón, ninguna empresa la tiene, salvo que se registra en algún lugar sin que ese dinero ni la empresa que lo capitalice sientan paria alguna en ese lugar que para el dinero y para el capital empresarial sólo representan mercados. Es que todas las empresas burguesas, mal llamadas nacionales, y hasta las artesanías son empresas al servicio del capital transnacional de alto giro y de alguna intermedias porque estas les controlan sus inventarios, sus herramientas, sus equipos y hasta sus materias primas, aunque estas sean elaboradas con materias naturales, por ejemplo, venezolanas. La industria nacional ha sido fuertemente dependiente del exterior porque hasta las labores rurales fueron inyectadas de tecnología importada, al punto de que , por ejemplo, los envases recolectores de leche pre pasteurizada fueron siempre envases importados; los platos o vajilla de los pobres también los importamos de aluminio, de peltre y más modernamente de porcelana. Cuando se introdujeron las primeras empresas sustitutivas de importaciones, estas quedaron importando como hasta ahora materias primas, sus equipos y otros medios de producción, además del famoso copyright.

Toda empresa supone un mercado y sin este no puede haber capitalismo, y cuando estos dejan de crecer el empresario confronta problemas con sus excedentes de capital[1]. Si opta por depositarlos en la banca, estaría contribuyendo al incremento de la oferta de dinero, así tiende a bajar la tasa de interés y esta puede situarse por debajo de la tasa media de ganancia o macroeconómica que presagia el fin del capitalismo.

Entrada esa fase de baja o quieta demanda, comienza la publicidad para buscar nuevos clientes mediante la penetración de mercados afines. La lucha entre competidores no cesa y puede desembocar en confrontaciones bélicas o guerras suprestructurales, léase guerras políticas.

La competencia estructural por los mercados favorece a unos que logran mejorar sus tasas de ganancia por el trasiego de la plusvalía de las de menor giro sin figuras mono ni paramonopólicas. Esta vía, esta guerra estructural, es la que conduce a la formación de los precios de producción tan negados por la literatura apologética burguesa con figuras como Paul Samuelson a quien la Academia no fundacional nobeló en un fallido intento por darle validez al criterio vulgar de este economista, por cuanto dichos precios de producción, macroeconómicos en sí mismos, suelen esconderse a los ojos de los críticos vulgares y en consecuencia terminan negando el trabajo como fuente de la riqueza y al plusvalor como fuente de la ganancia.

Durante esa misma guerra o competencia intracapitalistas, para incrementar los mercados particulares sin modificar el mercado global, surge la figura del monopolio disfrazado con carteles, holding y figuras jurídicas afines que sin ser monopolios estrictamente, aplican todas las prácticas mono y paramonopólicas de destrucción de las empresas más débiles para así incrementar luego los precios especulativos.

De no conseguir ese buscado aumento del mercado, el empresario buscará otros rubros más rentables lo que quiere decir con más mercado actual y con posibilidades de crecimiento.

Así es como transcurre la dinámica capitalista hasta que se llega a los megaconflictos mundiales. Eso ocurrió cuando la Primera Guerra Mundial y también con la Segunda, como expresiones de guerra a muerte entre países o, más bien, entre sus respectivos capitalistas en un plano transnacional.

La reducción de la oferta y la demanda en esos megaconflictos fueron consecuencia directa de la acumulación sobrante de capital, ya que se trata de escasez de demanda solvente, mientras que la que hoy experimentamos en Venezuela consiste en la reducción inducida de la demanda y de la oferta a punta de inflaciones sostenidas para hambrear al pueblo, desestabilizar el mercado e inducir así la llegada de invasionistas extranjeros.

En estos momentos, en Venezuela se ha iniciado la creación de mercados paralelos-CLAP-como reacción del gobierno para frenar la ventajista guerra económica que ya pasa de 3 años o, más bien, desde hace 17 años, guerra que busca retomar el poder Político que a todas luces ya no podrá tener porque sencillamente las cuotas de adeptos a los partidos de derecha que gobernaron durante 40 años tocó piso y se abrieron los caminos de una nueva República con nuevos protagonistas.

13/7/2016 6:25:47 p. m.



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Manuel C. Martínez


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