La fe, valentía y sacrificio de los venezolanos (2/3)

A l regresar José Félix Ribas a Venezuela en abril de 1811, después de haber cumplido el tiempo de su expulsión, se le encomienda su primera tarea militar, y con el grado de coronel crea el batallón de Milicias Regladas de Blancos de Barlovento. En 1812, durante la campaña contra Domingo de Monteverde, Ribas se encontraba bajo las órdenes del general Francisco de Miranda y es enviado con su batallón en refuerzo del coronel Juan Pablo Ayala, quien defendía el Portachuelo de Guaica. De allí pasó a Caracas en calidad de comandante militar de la ciudad, en sustitución de Juan Nepomuceno Quero. Después de la caída de la Primera República, escapa con Bolívar a Curazao, en su segundo exilio en menos de dos años. De allí, partieron a Nueva Granada. En esas tierras neogranadinas, Bolívar organiza la famosa Campaña Admirable, que culminará exitosamente con la conquista de la ciudad de Caracas el 6 de agosto de 1813. El 23 de noviembre de 1813 Ribas llega a Guacara, obedeciendo una orden de Bolívar, con 500 soldados de infantería y 200 jinetes al mando de Coto Paúl. Junto con la gente de D'Elhuyar y las tropas de Gogorza y Villapol, sumarían 2.000 infantes y 300 caballos. El 25, D'Elhuyar empieza el combate en la Batalla de Vigirima, atacando la izquierda del enemigo mientras Ribas lo hace por el centro, a las pocas horas ya se había vencido al general español Salomón. La participación de Ribas en esa victoria fue contundente, aunque la tropa que él comanda estaba compuesta por estudiantes, agricultores, gentes de toda condición, animadas por el heroísmo de Ribas, ya que ven como en persona y con gravísimos riesgos para su vida los guía en el combate.

El 8 de enero de 1814 Ribas vuelve a Caracas y sale a disputar los Valles de Aragua al tirano Boves, Ribas tenía la misión de defender la entrada a Caracas. Ante el escaso número del personal de tropa, Ribas organiza como soldados lo único que tenía disponible, eran 800 estudiantes de la Universidad de Caracas, jóvenes inexpertos en el uso del fusil, con ellos unidos a los soldados suman un total de 1 500 y así marcha a La Victoria para enfrentarse a las tropas realistas que tenían aproximadamente 2500 hombres. El nerviosismo y el miedo se habían apoderado de los jóvenes, que por vez primera empuñaban una lanza, un rifle o una espada, cuando ven una nube de polvo que viajaba junto con las tropas de Boves, la carga enemiga se aproxima mientras los jóvenes estudiantes invocan sus oraciones al cielo ante la muerte inminente. Ribas se dirige a los muchachos con palabras llenas de patriotismo: "Soldados: Lo que tanto hemos deseado va a realizarse hoy, he ahí a Boves, cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos, pero aún me parece escaso para disputarnos la victoria. Defendéis con furor la vida de vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo patrio; mostradles vuestra omnipotencia. En esta jornada que ha de ser memorable, no podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer. Viva Venezuela, Viva la República" El 12 de febrero, a las 7 a.m. se presentaron las tropas realistas y a las 8 se generalizó el combate. Morales ejercía el mando realista, por estar Boves herido, tenía unos 4.000 hombres, 1.800 eran fusileros y el resto eran lanceros; su artillería eran cuatro piezas. La batalla se torna encarnizada por ambos bandos, la caballería cargo 9 veces contra las defensas patriotas siendo igual número de veces rechazada con enormes pérdidas en defensores y atacantes.

Tras 9 horas de agobiante lucha, extenuados y a punto de rendir armas ante una nueva arremetida realista, los heroicos jóvenes recibieron un aliento inesperado. Desde lo alto del campanario de la iglesia alguien divisa un contingente de jinetes acercándose por el camino de San Mateo, son 220 hombres al mando de Campo Elías que se lanzan sobre las líneas realistas rompiendo el cerco. Ribas y los suyos abandonan sus trincheras y cargan con furia inaudita sobre los destacamentos de Morales. Y así, una jornada que parecía ser una derrota para las armas republicanas se trasforma en victoria inmortal. Más de un centenar de jóvenes perdieron su vida en esta memorable acción.



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José M. Ameliach N.


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