Fedecamaras y Conindustria celebran las medidas de Nicolás

Una vez anunciadas las medidas económicas por parte del Presidente Nicolás Maduro Moros, corresponde hacer análisis que si bien podrían señalarse como a priori, son necesarios y elementales para ofrecer respuestas ante el clima de incertidumbre y temor que hay en la población venezolana, producto de una serie de desajustes político económicos que han afectado de manera alarmante el ingreso de los asalariados y que tiene como uno de sus grandes retos dinamizar la economía, mediante el incremento en los niveles productivos superando la economía rentista, cosa que, ante las actuales circunstancias no sólo internas sino externas y ante las erradas decisiones de carácter político que se vienen asumiendo, resultan quiméricas, tomando en cuenta experiencias nada alentadoras como la publicitada "Ofensiva Económica" y las "Cinco Revoluciones" por sólo mencionar dos casos recientes y específicos, que pasaron sin pena ni gloria por la mente de los venezolanos.

En un nuevo intento por reactivar la economía y alcanzar los objetivos ya mencionados, se dieron a conocer algunas decisiones que resultan difíciles de comprender, pues son una mezcla de reducción del gasto público, con mantenimiento de beneficios a empresarios y mejoramiento del ingreso de la población asalariada, algo así como un neoliberalismo keynesiano, lo cual va en consonancia con el comportamiento, falta de claridad ideológica e improvisación que desde el alto gobierno se percibe. Sin embargo y tomando en cuenta las implicaciones que conlleva cada medida, sumada a la indefinición por parte del Gobierno Nacional sobre a quién lanzarle el salvavidas: Si a los empresarios aliados a complacientes funcionarios y militares de muy alto nivel, o al noble pueblo venezolano, no me queda la menor duda que los ajustes anunciados beneficiarán en mayor medida y tal cual como desde hace mucho tiempo ha venido ocurriendo a los dueños del capital, dígase corruptos, boliburgueses, grupos empresariales e incluso grandes corporaciones, las cuales valga la pena mencionar, continuarán calificando como "insuficientes" los privilegios y beneficios que reciben por parte de un Gobierno que dice criticarlos pero sólo cuando el discurso lo amerita.

Seguro estoy que el regocijo, jubilo y satisfacción del sector oligárquico por la salida de Luis Salas y el posterior nombramiento de Pérez Abad al mando de la Vicepresidencia para el Área Económica, se alargará por las recientes medidas tomadas, puesto que, contrario a lo que se había anunciado, el dólar subsidiado, subvalorado, REGALADO, continuará disponible para los grupos de poder que hacen de las suyas junto a la complacencia de instituciones como Cencoex o Bolipuertos.

La economía importadora continuará hegemonizándose y para ello no hace falta ser un experto en la materia: Mientras que exportar implica trabajar, invertir, crear productos de calidad, superar inmensos trámites burocráticos, para luego salir al exterior a competir con miles de empresas alrededor del mundo, resulta más fácil, descomplicado, acomodaticio y rentable importar (muchas veces containers vacios) con un dólar otorgado a 10 bolívares, que puede otorgar como por arte de magia, tasas de ganancia de hasta 10.000%; resulta por lo tanto aberrante apoyar y aplaudir, junto a Fedecamaras, Conindustria, boliburgueses, empresas de maletín y funcionarios corrompidos, el mantenimiento de la dualidad cambiaria, cuando sabemos que seremos los asalariados los principales perjudicados (aún mas) de una enorme estafa a la nación que se encuentra institucionalizada y de la cual, a pesar de las constantes denuncias de desfalco a las arcas del Estado, continúan ignoradas tanto por el circo de la Asamblea Nacional, como por el Poder "Moral".

Desconozco porqué el Presidente Maduro llama al dólar regalado "dólar para proteger al pueblo", también desconozco en qué parte o dónde se consiguen productos adquiridos a esta tasa pírrica de cambio, si bien hace ya unos meses el jefe de Estado anunció que "ni un dólar más para Fedecamaras" (22/04/2015), esto no ha sido más que otra frase dentro del archipiélago de anuncios incumplidos. Al día de hoy sigue siendo inauditable la asignación de dólares preferenciales, desconocemos como ciudadanos, la cantidad, el uso y el destino de éstos, mientras tanto, el pueblo continua padeciendo las inclemencias de una economía que se encuentra intrínsecamente dolarizada, sobrevalorada, inflada a una tasa determinada por una mafia, muy seguramente beneficiaria de dólares preferenciales que van a alimentar el potente mercado negro de divisas, lo que convierte esta situación en una verdadera bomba de tiempo, si tomamos en cuenta que el salario de los trabajadores aumenta con una frecuencia ínfima a la que aumentan los bienes y servicios que consume.

La adecuación de los sueldos y salarios del sector tanto público como privados, continuará, mientras no se tenga un efectivo control de la economía, sirviendo de combustible para incrementar los niveles de hiperinflación. Mientras la falacia empresarial de "si incrementan el salario 30% debo incrementar los costos operativos 30% para cubrir el aumento" siga prevaleciendo y siga siendo aceptada tanto por el propio gobierno como por los trabajadores (generalmente alienados), éstas medidas económicas beneficiarán al dueño del capital. Resultará por lo tanto en un incremento en los niveles de pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores venezolanos. Se debe por lo tanto idear, crear, formular nuevas estrategias para de una vez por todas garantizar no sólo en la teoría sino en la acción, la preservación de un ingreso que satisfaga las necesidades básicas de la población más desfavorecida.

Por último y con respecto al incremento de la gasolina, era justa, razonable y necesaria, sin embargo considero que se obviaron una serie de implicaciones que podrían generar nuevas distorsiones económicas:

1. Desde mi punto de vista el costo de la gasolina de 91 octanos de 1,00 bolívar/litro es acertado, sin embargo la enorme disparidad con el precio establecido de la gasolina de 95 octanos de 6,00 bolívares/litro muy seguramente generará un mercado negro interno de gasolina. Con excepción de estados como Táchira y Zulia que poseen un control automatizado de consumo de combustible por automóvil, en los demás estados del país los vehículos pueden llenar su tanque cuantas veces deseen, ello significa que será sumamente rentable, con la complicidad de militares, propietarios y personal de las estaciones de servicio llenar una y otra vez el tanque de gasolina con combustible de 91 octanos para "desaparecerlo" y revenderlo a 4,00 o 5,00 bolívares en el mercado negro, llegándose a obtener ganancias de hasta 144.000 bolívares por una gandóla de combustible.

2. Esta situación, de ser así, generará inmensas colas y un enorme mercado de contrabando de combustible, ya no externo sino interno, lo cual resulta más preocupante por sus implicaciones sociales (mayor corrupción, incremento de mafias, dominio de plantas de llenado y estaciones de servicio, etc).

3. El Estado venezolano ha demostrado no estar en capacidad de controlar los precios de los bienes y servicios que llegan al consumidor final, ello significa que las grandes cadenas de comercialización y distribución, aprovecharán este notable incremento para, al igual que con el dólar paralelo, "justificar" crecimientos exponenciales de precios aduciendo que su flota automotriz utiliza gasolina de 95 octanos.

4. Un precio aunque aún subsidiado, pero razonable para la gasolina de 95 octanos era de 1,50 a 2,50 bolívares/litro, con ajustes progresivos que vayan llevándola poco a poco a por lo menos cubrir los costos de producción.

5. Es necesario establecer un método anual de ajuste en el costo del combustible, evitando el sostenimiento de los precios por largos periodos de tiempo, para ello, se podría "anclar" el valor de la gasolina al de la Unidad Tributaria.

La denominada Guerra Económica la seguimos y la seguiremos perdiendo, cada dólar asignado a la burguesía a tasa preferencial es una estocada al corazón de la Revolución, pues genera desazón, incertidumbre, temor, pobreza y frustración. Es un grave error pretender salvar a los sectores populares cuando la práctica nos dice que los mayores esfuerzos por parte del gobierno van encaminados a beneficiar a los grupos oligárquicos, de la misma forma que lo haría el Partido Popular de España o el Partido Laborista de Inglaterra; construir el socialismo implica, más allá de frases repetidas, promesas perdidas en el tiempo y campañas mediáticas mal elaboradas, transformar los modos de producción.

(*) Economista social e investigador.

Twitter: @Oscar_forero83

Sugerencias y comentarios a: Oscarjforero83@hotmail.com



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Oscar Javier Forero


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