Los dos millones de votos pérdidos visibilizarón a las colas del pueblo

La verdad es que en esas colas infrahumanas del capitalismo salvaje y de la ineficiencia gubernamental están los olvidados, los humillados, los ofendidos, los marginados y los explotados o sea los humildes de nuestra sufrida Venezuela. La gente que la burguesía y la clase media opositora desprecian a la cual llaman chusma y tierrudos. Es la gente que permanece por horas a la intemperie, desguarnecida y desesperada por la necesidad de conseguir una proteína barata, o cualquier otro producto esencial para la dieta diaria, a precio regulado, que les permitan la sobrevivencia a los niños, adultos y ancianos pobres de nuestros barrios populares. Ahí está el pueblo que acompañó al chavismo en las victorias populares anteriores, la misma gente que se abstuvo el 6D por un descontento que no la llevó a votar por la derecha aunque permitió que ganara la oposición con amplia ventaja por culpa de una política errónea de la izquierda.

Los resultados de una política equivocada devinieron en la pérdida de las elecciones parlamentarias porque las colas del pueblo no fueron visibilizadas, y no lo son suficientemente todavía, en su estricta composición social. El gobierno, el PSUV y muchos de sus incondicionales se hacen la vista gorda, voltean hacia el lado que no es y hasta llegan inconcebiblemente, haciendo causa común con las clases dominantes, a reducirlas a una especie de lumpen proletariado calificando indiscriminadamente a todo el mundo de especuladores en el mercado secundario. No comprenden la heterogeneidad, las motivaciones y la naturaleza de las colas del pueblo porque no comparten con la gente sus penurias, su angustia y su pesar.

Así las cosas, una inmensa masa popular en todo el país se encuentra huérfana de atención y desprotegida por su aliado natural de clase que es el chavismo y por la otra la misma es víctima de una guerra de cuarta generación altamente compleja agravada por la demagogia y el cinismo de la oposición. Tardíamente el gobierno ha reaccionado ante la debacle política después del 6D con un Plan de Emergencia Económico burocrático y alejado de las masas. Se toman en cuenta a los empresarios capitalistas pero al mismo tiempo las colas del pueblo siguen desasistidas, abandonadas y a su propia suerte. Eso no puede ser. ¿Dónde están la solidaridad social, la sensibilidad humana y lo que queda del carácter socialista de la revolución?

Ante la presencia pacífica de las colas del pueblo en los centros de abastecimiento obligadas por conseguir una migaja de alimento, la Guardia Nacional debería justificar su presencia prestándole algún servicio a la gente y no el meramente disuasivo frente a un posible desorden público. Además de las desgracias y miserias por las colas se agrega, como si fuera poco, el temor a la represión y al abuso de la autoridad. Esto ocurre porque sigue sin haber rectificación. Los militares, el gobierno, el PSUV y el GPP deberían estar con las colas del pueblo explicándole a la gente en la calle lo que está pasando, ayudando en lo que se pueda con operativos y servicios, oyendo al pueblo y dándole a la política un contenido popular. Hay tantas cosas que se pueden hacer para humanizar y dignificar las colas pero inexplicablemente sigue la indiferencia del gobierno, la manipulación de la oposición y por ende la indignación pacífica del chavismo.

Sin lucha de clases no hay revolución, ABC del marxismo, pero aquí lo que hay es una lucha por el poder entre dos facciones de las clases dominantes que controlan por una parte la economía del Estado y por la otra la de la empresa privada respectivamente en un sistema abiertamente capitalista. La guerra de cuarta generación del imperialismo y la burguesía contra el pueblo también es una realidad que nuestra revolución no ha sabido enfrentar, para tener éxito, porque mantiene una línea política que ha ratificado, con los planes económicos de emergencia, la reivindicación de la burguesía a la que siempre ha aupado. No se toma en cuenta a las masas populares en las colas del pueblo para la construcción del poder popular.

Voceros de la izquierda revolucionaria lo advirtieron con tiempo y fueron desoídos. Ahí quedaron para la historia los documentos del 4 de Febrero presentados en su momento por Kléber Ramírez. También Alí Rodríguez escribió un trabajo señalando, hace pocos años la imperiosa necesidad de crear un poderoso desarrollo agroindustrial, tampoco le hicieron caso. Los más radicales Douglas Bravo y Francisco Prada, siempre subversivos, mantuvieron la tesis del camino equivocado del chavismo para hacer la revolución. En medios como Aporrea Org era y es un clamor el debate crítico que es constantemente desestimado por el oficialismo y calumniado por decir la verdad. Después de 17 años de una revolución bolivariana montada frenéticamente sobre la ratificación del modelo de estado capitalista rentista, con la particularidad de la distribución del ingreso petrolero entre las Misiones y una buena tajada para la burguesía depredadora, la revolución bolivariana se encuentra, sin una rectificación profunda, dándose golpes de pecho al borde del despeñadero.

Hay que reconocer que la izquierda no ha sabido gobernar. El hecho histórico de que la derecha es una peor opción que la revolución bolivariana no puede servir para alcahuetear el camino hacia el matadero que el gobierno ha abierto a las masas que todavía creen en su oferta política. El descontento sigue siendo el grito de la mayoría y los damnificados del pueblo en las colas continúan aguantando su triste condición de parias de la tierra.

*Profesor de Filosofía jubilado de la UPEL



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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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