¡Ramos Allup, presidente!

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¿Para qué sirvió la derrota del 6D? Vamos a verlo. No hay mal que por bien no venga, reza un viejo refrán. Es aplicable a la derrota aplastante que sufrió el chavismo en las pasadas elecciones del 6D. La derrota era previsible. Muchos habíamos alertado sobre la burocratización de la dirigencia del PSUV, así como la del equipo de gobierno, y su desligamiento de la verdadera base del chavismo. Perdieron el contacto con la base. Los líderes de la revolución se concretaron, en la campaña electoral, a meterle miedo a la derecha con una movilización ficticia. Movilizaron a la llamada vanguardia, y a los empleados de los ministerios, gobernaciones, alcaldías, y empresas del estado, de un lado para el otro. De un escenario a otro. Donde la arenga era estridente, a la que se respondía con aplausos tras aplausos de las personas vestidas de rojo, rojito. La derecha no se comió el cuento. Tanto así que ni se ocuparon de hacer conocer sus candidatos, y menos hacer campaña. De eso se encargo el propio gobierno y el PSUV.

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El 6D sucedió lo que tenía que suceder. Gracias al tsunami del seis de diciembre el gobierno presidido por Nicolás Maduro, así como la dirigencia del PSUV despertaron de su largo letargo. Dejaron atrás la creencia de que eran invencibles en materia electoral. Les salió el tiro por la culata. Pero, carajo, eso estuvo muy bien. Requeté bien. Fue lo máximo. Y ahora están en una de aplicación de las tres R al cuadrado. ¿Saldrá algo bueno de esas reflexiones? Tengo fe en que así será. Pues, de lo contrario se estaría entregando el legado de Hugo Chávez, en bandeja de plata, a la derecha hambrienta de poder. Tal como se ha visto en estos últimos días, donde hasta el viejito, presidente de la AN, se cree presidente de la República Bolivariana de Venezuela. En fin, si no hubiese existido el 6D habría que inventarlo para que pudieran ver el rumbo torcido por donde llevaban al proceso revolucionario, unos personajes engreídos y faltos de visión. El poder los había obnubilado, tanto que no eran capaces de distinguir entre un elefante y una hormiga.

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Pero la gran victoria de la derecha también sirvió de mucho. A pocos días del acto electoral se les está viendo el rostro del fascismo, el revanchismo, y el hambre de poder de los dirigentes de la MUD. Tomemos un solo ejemplo, pues con ese basta y sobra. El viejito Henry Ramos Allup, glorioso y genuino representante de la IV República, está actuando como si él fuera el presidente, no de la AN, sino el presidente de todos los venezolanos y venezolanas. Se cree con más poder que Nicolás Maduro.

La victoria enloqueció a este señor de la tercera edad. Se ha tornado más loco que una cabra, con el perdón de estos fieles animales. Se le alborotaron las neuronas al flamante presidente de la AN. Su fascismo ha llegado a un nivel tan alto que él mismo dirigió la acción de retirar los cuadros del Libertador Simón Bolívar y el del Comandante Supremo de la Revolución, Hugo Chávez Frías. "Vamos, vamos, llévense eso de aquí… Deposítenlo donde les dé la gana, menos en mi espacio… Aquí mando yo". He allí tan sólo una muestra de lo pudieran hacer estos bárbaros si llegaron a tomar el poder en Venezuela. ¡Para muestra basta un botón! Tomen su cambio… ¡Volveré¡



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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