Contradicciones de la oferta burguesa: Salarios y utilidades en pugna

Se escribe y habla mucho sobre la producción y sus productores, aunque generalmente por estos últimos se alude sólo a los empresarios o dueños del capital, con lo cual los trabajadores quedan asimilados a factores de producción, y paradójicamente a los inversionistas se les silencia su condición de explotadores del trabajo salarial.

Ocurre que los trabajadores reciben salarios como parte del valor producido por ellos, mientras el capitalista, que no trabaja en absoluto, recibe en forma de ganancias el resto de ese valor. Debemos, pues, ir teniendo claro que los trabajadores no reciben un céntimo del bolsillo de los capitalistas, que ellos sólo reciben en dinero una parte de la producción o del valor agregado por ellos a los medios de producción o verdaderos factores de producción que, por cierto, de productivos ni de rendidores no tienen nada porque su valor se mantiene constante y sólo reciben transformaciones formales o técnicas de los medios de producción en mercancías, mientras la otra parte de la oferta nueva producción es apropiada por los capitalistas del caso.

El economista al servicio de los empresarios niega que la ganancia se halla prefabricada en forma de plusvalía, y atribuye al mercado la fuente de aquella. Sin embrago, si el trabajador crea su propio salario, ¿por qué seguir negando que también crea la ganancia de los capitalistas?

De resultas, podemos dividir la oferta o producción en dos partes: salarios más ganancias, de tal manera que, en principio, es falso que el capitalista invierte en salario; no lo hace porque el asalariado primero trabaja y luego cobra. En todo caso, el capitalista se limita a un trueque de salarios por mercancías elaboradas a partir de sus medios de producción, cuyo valor es lo único que aporta como capital, por lo menos, a partir de unas semanas de trabajo que le permitan ir recuperando el valor de los salarios ya adelantados. Con suficiente mercancía lista para su venta, su capital final es igual al capital inicial invertido en medios de producción más la suma de la ganancia y los salarios creados y aportados por los asalariados.

Al final, la circulación del capital discurre, primero, en la fábrica cuando los salarios son convertidos en mercancías, y luego en el mercado donde la ganancia y los medios de producción consumidos son liquidados o vendidos. Digamos que hay dos mercados por los que circula, no sólo el capital inicial del capitalista que, como venimos aclarando, se reduce al capital en medios de producción, sino el valor que el trabajador canjea por salarios. Esos medios de producción se enriquecen en la propia fábrica con el valor de los salarios recibidos en forma de mercancías más la plusvalía que el asalariado también agrega a cambio de los mismos salarios que pagan su cesta básica.

Esos dos mercados implican, pues, la distribución de la única producción que sale de las empresas burguesas formada por ganancias y salarios. Así, pues, la lucha social entre burguesía y proletarios ha quedado relegada a la pujas de ambas clases por una mejor participación en la producción, la burguesía en forma de ganancias, y el proletariado en forma de salarios. Digamos que lucha por acabar con el sistema no ha terminado de madurar, pero, si este sistema no fuera de explotación salarial, no se podría explicar las matanzas realizadas por los imperios capitalistas a fin de mantenerse en pie.

27/07/2015 02:38:31 p.m.



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Manuel C. Martínez


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