La cabeza hueca

            Un alto funcionario del Estado en posiciones diplomáticas acaba de hablar que un sector del país (prácticamente la mitad en términos porcentuales según resultados las últimas elecciones presidenciales) a la hora que seamos víctimas de una invasión imperial (Dios nos libre, situación que además condenaríamos con sentido nacionalista) independientemente del espacio al que vayan las balas éstas tendrían, palabras más, palabras menos, como destino seres humanos. No se equivoca el embajador en sus afirmaciones ante un hipotético escenario geopolítico y militar, del cual no habría que tener una bola de cristal para imaginarlo en términos de sangre, destrucción y barbarie

Ahora bien, en ese contexto de oraciones emitidas, el diplomático en cuestión también habló que esas balas harían mayor mella sobre quienes adversan al gobierno nacional porque éstos tendrían la “cabeza hueca”. Ante tal forma de pensar, supongo que para este ciudadano, no hay cabeza hueca en quienes desde el programa y el canal del Estado en el cual emitió tan infelices declaraciones, éstos sí tendrían la cabeza llena de ideas cuando rompiendo sin justificación alguna y confundiendo aún más la ortografía, (sobre todo de los niños y adolescentes) escriben “konducta” en vez de conducta, es decir, no hay cabeza hueca en errores premeditados de ortografía y desprecio por los semejantes, porque el fin último en que surja un nuevo Estado desde la anarquía al estilo del pensamiento de Hobbes y Locke.

¿Es posible que existan cabezas huecas en el ámbito de opositores que ante una indeseable invasión de fuerzas extranjeras, y una inminente muerte que nos depara, debemos prepararnos para  ser juzgados, conforme al libro de Daniel (antiguo testamento)  no como individuos (absolutos) sino como reino al cual pertenecemos? Verbigracia, ¿será que para este funcionario  las cabezas huecas (opositores) tendrían marcado el infierno (Valle de Gehenna, conforme al Islam) y los revolucionarios el cielo aunque algunos de ellos tengan sus cabezas llenas de corrupción y nepotismo?

¿Es que el embajador en su concepción de cabeza hueca asume que sí ayer el presidente de un partido opositor habla con funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) éste debería ser juzgado por “traición a la patria” como fue afirmado por determinados voceros “revolucionarios”, pero sí el mismo, “cabeza hueca” opositor, unos días después condena en un “tuit” las declaraciones del presidente de Estados Unidos sobre Venezuela, entonces, al estilo de “la iguana” o del camaleón, no cambia de color, sino que a partir de allí,  su  cabeza sí estará llena, en este caso de “patriotismo”? ¿Son acaso los funcionarios del Estado, los únicos quienes pueden marcar la dialéctica política con aquellas fronteras más allá del bien y del mal que propuso Nietzsche?

¿Cómo podemos entender las diferencias entre cabeza hueca o llena que nos menciona el diplomático? ¿Quién critica o muestra alguna inconformidad con el Estado y sus funcionarios es “cabeza hueca”, aunque éste lleno de honestidad, honradez y moral ante la opinión pública o la sociedad? O en contrario, ¿se puede ser “cabeza llena” aunque se tenga hueca el alma, los pensamientos y el corazón? En otras palabras, soy hueco si tengo la “duda dogmática” que refería Russell por efecto del escepticismo que recae en una población, cuando se pierde por alguna razón la confianza en sus “líderes”.

¿Pueden sectores socialistas y autodenominados “humanistas” pregonar que sus cabezas sí están “llenas”, cuando parte importante de sus ingresos provienen  de  cabezas “huecas”,  tanto en lo externo (petróleo) e interno (impuestos)? ¿Ignora deliberadamente el diplomático la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt con un fundamento marcadamente unitario del pensamiento en una democracia?

No defiendo a quienes con su anti-patriotismo promueven intervenciones extranjeras de carácter bélico en el país, pero jamás tendré la cabeza hueca para despreciar a quien con su forma de pensar, tenga ideas opuestas a la mía, y por ello establezca una xenofobia declaratoria racista y excluyente. Conforme no hay teoría de la justificación que justifique alcanzar la paz con balas, tampoco existen mecanismos de confiabilidad que hagan plausible palabras huecas para llenarlas de semántica atrabiliaria. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.



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Javier Antonio Vivas Santana

Más de 6 millones de lecturas en Aporrea. Autor de la Teoría de la Regeneración del Pensar. Dr. en Educación (UPEL). Maestría en Educación, mención Enseñanza del Castellano (UDO). Lcdo. en Educación en las menciones de Ciencias Sociales y Lengua (UNA). Profesor de pre y postgrado tiene diversas publicaciones y ponencias internacionales acreditadas y arbitradas por editoriales, universidades e instituciones de España, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, y naciones de América Latina.

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