¡Ser revolucionario!

No es fácil ser revolucionario. Mis 76 años me permiten afirmar eso. Pues, he visto mucha agua correr bajo el puente. Unos han abandonado. Otros vienen. Permanecen un tiempo y se van como las aves al abandonar su nido. Hay una estación para cada cosa. Un tiempo para cada camino. El camino de la revolución no es para todo el mundo. Es sólo para los revolucionarios. En el sentido más estricto del término. Sólo para aquellos que dieron el salto para siempre, o que se atreven, con el correr de los tiempos.

Pero, una cosa sí es cierta hay caminos para todos los gustos. Unos cogen el camino de la derecha. Otros ni son, ni no son. Otros permanecen quietos, como las estatuas. Esperando que llueva del cielo  sus deseos. Hay muchos que escogen el atajo de la viveza. Yo sigo esta senda hasta que me descubran que estoy robando los dineros del pueblo. ¿Qué le vamos hacer? Así soy yo. Po eso afirmé en la primera línea de este artículo que no es fácil ser revolucionario de cuerpo entero, y de puro corazón.

Ser revolucionario no es ponerse una camisa roja y una gorra del 4F. Ser revolucionario, como le ensañaron a uno, no es hablar cosas estúpidas de la boca para fuera. No es andar de un lado para otro aplaudiendo mediocridades. No es asistir a un mitin o a una asamblea obligado por las circunstancias. Por eso existen muchos tránsfugas. Agazapaditos. Cuya revolución  son sus intereses particulares. Permanecen como unas mosquitas muertas. Llenándose los bolsillos. Comprando carros. Con apartamentos de veraneo. Con cuentas en dólares o Euros, en el exterior. Con quintas, aquí y allá. ¿Aunque usted no lo crea? Pero esos se las saben todas. Hasta que la revolución (sí sigue en pie) se los lleve con los cachos.

 Por eso, ser revolucionario  es más que eso. Por eso dije al comenzar este artículo que no es fácil ser revolucionario. Hay que tener escuela. Hay que estudiar. Hay que cambiar hasta la última fibra de lo que estamos hechos. Y ese cambio implica muchas cosas. Por ejemplo: ser fiel a los ideales del proceso revolucionario. Ser honesto. Ser trabajador. Estar dispuesto para el sacrificio. Servir donde la revolución lo necesite. Ayudar al de menor formación ideológica. Ser solidario. Enseñar, con el ejemplo, entre otras cosas.

En fin, ser revolucionario es llevar sobre el hombro un morral, como el que llevaba el Gigante Hugo Chávez, lleno de sueños. Pero no es recoger sueños aquí y allá, los sueños del acomodo y el confort, y meterlos al morral ahuecado. No. No,           Se trata de eso. Es hacerlos realidad, es dar la vida, si es necesario, como lo hizo el Gigante. Sueños convertidos en hechos que beneficien a la gran comunidad que es nuestra Patria, Venezuela. El ejemplo más palpable, hermoso y palpitante es lo que hizo Chávez por los pobres de este país, por los excluidos de siempre. Eso es convertir las palabras en hechos. Puede que haya algunas personas que difieran de mí, respecto al tema. Pero para mí eso es ser revolucionario.  ¡Volveré!

Teófilo Santaella: periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la isla del Burro, en la década de los 60.

 



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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