2 Estados El Marxiano[1] o burgués, y el Rusoniano[2] o utópico

Los apologistas del Estado bueno burgués proponen reformas y reformitas; todas bienvenidas sean. Sin embargo, la parte de   la clase media acomodada, esa fracción de trabajadores y ni tan trabajadores que no saben lo que es el hambre (h. en concreto, sufrirla a diario sin esperanza alguna para satisfacerla con menos angustias y humillaciones) consideran que hay dos capitalismos, el bueno y aquellos estados capitalistas tan malos que llegan hasta el salvajismo.

 

De ser cierta esa afirmación aburguesada, entonces, ese capitalismo que se estaría confeccionando en la Venezuela bolivariana y en los países amigos tanto americanos como europeos, euroasiáticos y   en parte africanos, ese Estado burgués, decimos, pertenecería al primer caso, a juicio de algunos detractores y de algunos  críticos consuetudinarios que en cierto modo hacen críticas constructivas-bienvenidas sean también-pero, dejan entrever la necesidad de un aceleramiento en la implementación del modelo ortodoxa marxista. En estos críticos se cuela una suerte de frustración ante el relevo del viejo liderazgo que no pudo llegar directamente a Miraflores y el neoliderazgo que está viviendo su gran momento con muchos éxitos y aciertos hasta ahora, amparado y guiado a todas luces por la incuestionable e inagotable enseñanza y praxis del fundador de este Neoestado, el Presidente Hugo R. Chávez Frías.

 

Compartiríamos, pues, la idea de estar atravesando una metamorfosis política que va desde el Estado corrupto, de un capitalismo malo por parasitario, rentista, falaz y dañino, hasta una sociedad no menos burguesa donde, entre otros logros capitalistas, estaría la supresión de los sin techo, la supresión de los desasistidos en materias como: hospitalaria, educativa, deportiva, artística, laboral, alimentaria, etc.; en fin, la supresión de la inmoralidad burocrática, de la matraca, del cuánto hay paeso, del ponle corazón, del bájate de la mula, hasta una renovada sociedad donde los vecinos dejen de ser amigos y/o conocidos cargados de hipocresía burguesa y comercial, y, por el contrario se hallen  llenos de amistad comunitaria.

 

Un Estado que garantice la felicidad de las mayorías trabajadoras con inclusión de la infatuada, explotada y mal agradecida clase media[3], que garantice la cobranza de los impuestos contemplados en leyes correspondientes para uso social como lo prevé el Estado Rusoniano y contratista. Un Estado de este tipo, entonces, debería ser bien recibido, independientemente de ese supuesto de que esta metamorfosis sea burguesa y no la de un Estado socialista sui generis, o particularísimo en el sentido de no responder al socialismo ortodoxo ni de viejo cuño soviético.

 

Por ejemplo: En materia de mejora social para la clase trabajadora,  no puede negar nadie el extraordinario beneficio  del salario real y la alta dosis de desestresamiento humano que significa la vivienda propia que se adelanta exitosa y concretamente en la Venezuela actual[4]. Por supuesto, alguien pierde mientras otros ganen: Las compañías administradoras de inmuebles y hasta los empresarios que a primera vista no se ven involucrados en el negocios de la renta inmobiliaria, porque los elevados alquileres y del metro cuadrado hace del trabajador asalariado una presa fácil de dominación para que estos empresarios hagan de las suyas con sus salarios ceñidos a la cesta básica que, sólo por concepto de alquileres, insume la tercera parte de tales ingresos.  Se ha estimado que de la cesta básica salarial, 30%, aprox., lo insume la partida de alquileres, y por supuesto el asalariado se halla atado con las cadenas del salario que por bajo que sea, le resulta imprescindible para su sobrevivencia familiar. Se trata de chantajes burgueses de larga data.
 

Por supuesto, podríamos estar en presencia de un reacomodo del sistema capitalista mediante una megaestrategia mundial, según la cual se mejora los  salarios reales y las condiciones laborales de los trabajadores sur  y mesoamericanos, con cargo a desemejoras en las de los  infatuados e irrentables "indignados" de la rancia clase media europea anticomunista y antisocialista. Sobre esta hipótesis he escrito en entregas anteriores por este mismo medio.

29/01/2014 06:14 p.m.


[1] Marxiano sólo en el estricto sentido de la definición formulada por Karl Marx en su Manifiesto Comunista, coescrito, coadmitido y confirmado con Federico Engels.

[2] Nos referimos al romántico y abstracto Contrato Social donde, por ejemplo, se cuela la siguiente perla filosófica: Según J. J. Rousseau, los hombres nacen libres e iguales. No, en la sociedad burguesa,  los hombre sólo son libres de la propiedad personal de ningún medio de producción ni de tierra de labrantío o minera porque tales medios son de sus potenciales contratistas como asalariados o vendedores de su fuerza de trabajo al primer capitalista  que lo contrate de la manera más leonina posible amparada precisamente, por ese Estado ideal burgués sugerido por el autor que nos ocupa. Y no son iguales por cuanto no existe el hombre ni los hombres a secas, existen clase sociales.

[3] Buena parte de esta población, conocida hoy popularmente como escuálida, procede generacionalmente de antepasados serviciales o trabajadores al servicio de los  antiguos terratenientes citadinos y rurales, de los mantuanos de la Venezuela Colonial, cosas así. Algunas parroquias contemporáneas de Venezuela y seguramente americanas y surasiáticas serían dignas de un exhaustivo estudio historiográfico donde hurgaríamos sobre tales acontecimientos y realidades sociales ya cumplidas. Tales personas inconscientemente, generación tras generación, han estado recibiendo y transmitiendo los complejos de su alienación antañona. Son actualmente explotados en abstracto o en su conciencia aburguesada y ex feudal colonial, independientemente de que se hallen económicamente holgados o no lo estén. A propósito, en mi nuevo libro de texto, PRAXIS II de El Capital, trato este importante tema sobre la dualidad de la explotación del hombre clasista por el hombre clasista.

[4] Nos referimos a la Gran Misión Vivienda Venezuela y Bario Nuevo, Barrio Tricolor.

 



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Manuel C. Martínez


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