Trincheras de Ideas

El Comandante Chávez murió fisicamente pero la Revolución no se cayó

Los revolucionarios, socialistas y comunistas, patriotas, las vanguardias revolucionarias debemos analizar concienzudamente el año que acaba de transcurrir, el fenecido 2013 porque desde la perspectiva política, teórica, ideológica, del ejemplo para los revolucionarios y pueblos del mundo encierra enseñanzas y experiencias pero, además, fue demostrativo de las más grandes fortalezas de nuestra Revolución Socialista y Bolivariana y, sin dudas de ningún género, de la grandeza de nuestro aguerrido y combativo pueblo.

El año 2013 fue el período de tiempo escogido por el imperialismo yanqui y toda la entente oligarca reaccionaria de América Latina (comenzando con la oligarburguesía “venezolana”) y tendencias y grupos fascistas de varios países de Europa en posiciones de poder, dixi España, Francia, Alemania…, para dar al traste con la Revolución Bolivariana. Se preparaban estratégica, política, económica y militarmente para caer como perros de presa sobre Venezuela ante la presentida e inminente muerte del comandante Hugo Chávez, en la tonta creencia que muerto el líder revolucionario con él se iba “su” proyecto de revolución bolivariana y resultaría más fácil partir en pedazos el proceso revolucionario.

La oligarquía norteamericana y la cadena política enquistada en el Estado yanqui y en sus siniestras instituciones: Departamento de Estado, Pentágono, CIA y otros engendros dizque de inteligencia, al igual que la reaccionaria e ignorante oligarquía criolla y sus expresiones “políticas”, padecieron de una especie de complejo de clase que se expresó durante 20 años (desde el alzamiento del 4F de 1992) en subestimar de la manera más insólitamente absurda y torpe al Comandante Chávez. Subestimación que se tradujo en un odio de clase, en un desprecio racial y creer que los mestizos, los indios, los negros, los mulatos y los zambos, los blancos pobres, en suma los obreros, los campesinos son brutos, no tienen capacidad para construir un país, una revolución que cambie las estructuras podridas del capitalismo criollo dependiente y sobre sus cenizas comenzar a edificar una sociedad nueva.

No hablemos del enfrentamiento de clases que liderizó el Comandante Chávez contra la oligarquía, baste sólo mencionar la nacionalización completa de la industria petrolera hasta el impulso del poder popular y de las aún incipientes comunas como base del poder del pueblo y de la también incipiente sociedad socialista. Cómo líder el Comandante visualizó la Revolución a partir de lo nacional/popular, de nuestra identidad nacional y del sentido de pertenencia venezolana y latinoamericana/caribeña, del bolivarianismo, rodriguista y zamorano, del antimperialismo de raíces históricas en nuestro pueblo, del socialismo de estirpe indígena, de la revolucionaria interpretación del cristianismo de los pobres y del Cristo con su mítica figura que veía socialista porque estaba al lado de los pobres.

Ese pensamiento tan del futuro no lo entendió ni lo entienden las oligarquías de América, ni la yanqui y menos las europeas. No lo entienden porque ese es un pensamiento complejo, extremadamente rico en su visión teórica que compendia en buena medida todos los saberes del mundo, porque estamos en presencia de uno de los hombres más cultos y preparados de todos los que han pasado por la presidencia de la República. Pero ese pensamiento revolucionario no lo inventó Hugo Chávez, como dije abrevó en las fuentes teóricas de lo más avanzado del pensamiento y las experiencias revolucionarias del mundo. Porque él fue como socialista científico, el más heterodoxo de los pensadores revolucionarios del siglo XXI, no un ecléctico, hasta en Friedrich Nietzsche se introdujo y en donde supo interpretar o “voltear” que el super hombre del que hablaba el fislósofo alemán bien podía ser el hombre nuevo que concebían Marx y el Che Guevara. Como Marx, que dejó a un lado el idealismo de Hegel y tomó su concepción dialéctica para fundirla con el materialismo de Feuerbach y crear la más audaz propuesta filosófica de su tiempo, el materialismo dialéctico e histórico.

Pero ¿qué podían las oligarquías entender ese fenómeno político que era Chávez si hace décadas dejaron de cultivarse, de prepararse, de educarse? ¿No podemos acaso imaginar a un Capriles, un López, una María Machado o cualquier otro representante de la derecha fascista en un ejercicio teórico, en un debate de ideas? Por supuesto que no, para ellos está el trabajo sucio, bajo, de la bastarda politiquería, que les asignó el imperialismo. ¿En qué convirtió la extrema derecha a la otrora pujante y revolucionaria Universidad Central de Venezuela si no en un feudo de conspiradores fascistas que pusieron la poderosa institución en manos de lo más atrasado sectores oligárquicos y mercantilistas transnacionales y totalmente de espaldas al país y contra el proyecto de desarrollo que planteó precisamente Hugo Chávez?

El comandante impulsó una Revolución, la apellidó Bolivariana y le agregó la carga revolucionaria de Socialista. Pero no en el papel, en el discurso sino que en la práctica y con el apoyo cada vez más creciente del pueblo, con una lucha de clases terrible donde la oligarburguesía quiso siempre, desde el año 2000, destruirla y fue sistemática y reiteradamente derrotada, pero no destruida ni aplastada sino perdonada; otra faceta del líder, su inmensa generosidad y enorme condición humana.

El año 2012 fue enfático al decir que la Revolución no era un hombre, no podía serlo, que la Revolución era un pueblo, que Chávez era el pueblo, el joven, la mujer, el trabajador del campo y la ciudad, el joven, el soldado, el indígena, el artista, el intelectual, el anciano y la anciana, y allí estaba la clave que la derecha fascista y el imperialismo no supieron leer, Chávez contribuyó a construir la Revolución en muchos aspectos políticos, pero el gran constructor, el gran arquitecto de aquel inmenso universo revolucionario que hoy tenemos fue el pueblo venezolano en su conjunto, y cuando él muere la derecha creyó –y aún cree– que con él moría la Revolución y se cayeron de un coco, como se cayó de un coco el imperialismo yanqui cuando desmoronaron la URSS y el campo socialista europeo creyeron que Cuba y su Revolución Socialista se acabaría, hasta hicieron las maletas los gusanos de Miami y se quedaron con los crespo hechos.

Esa visión de la derecha de arremeter con la furia con que lo hicieron contra el pueblo, la Patria, y, sobre todo, contra el camarada Nicolás Maduro se explica porque creyeron que la Revolución quedaba desguarnecida y se produciría una debacle social, una estampida de revolucionarios que se irían para las filas de la derecha la que fortalecerían notablemente como la hizo esa dirigencia pequeño burguesa traidora que dirigió el PCV y luego el MAS y el MIR que renegaron del ideario revolucionario y se abrazaron a sus perseguidores y torturadores de ayer. “Un poco de bolsas, un pueblo tonto –decían– que no lograría superar el dolor que les dejó la muerte del caudillo”.

La estrategia fue clara: lanzar una ofensiva en todos los frentes, comenzando por el económico, lanzar una guerra económica no avisada pero que se sintiera en la falta de alimentos, en la escases de productos, en una criminal espiral inflacionaria impuesta a juro con las desmesuradas alzas, la especulación, el manejo criminal del dólar, aprovechar las debilidades administrativas del Estado en Cadivi y penetrarlo para desbancarlo como han hecho, presionar la devaluación del bolívar e introducir en el mercado negro los dólares que la banca tenía por el SITME o Sistema de Transacciones de Títulos en Moneda Extranjera. 14 mil millones de dólares cuyo mayor porcentaje introdujo la burguesía financiera en el mercado negro para presionar la devaluación.

Utilizaron hasta el cansancio el terrorismo con la electricidad, el sicariato extranjero, las bandas de paramilitares, el incremento de la violencia hamponil manejada por bandas de asesinos venidos de Colombia, el intento de magnicidio. Es decir utilizaron todos los recursos a su alcance para debilitar el proceso por esa vía. Un plan urdido por la CIA, Alvaro Uribe, Posada Carriles y sus secuaces asesinos, por J J Rendón, la mafia de la gentuza del petróleo desde Colombia que adquirió 17 aviones de guerra en USA. Prepararon minuciosamente el “Plan”, le pusieron fecha de triunfo: el 8 de diciembre de 2013.

Simultáneamente desarrollaron las políticas más crueles y perversas con los medios de comunicación en sus manos e impulsaron matrices de opinión como hacer escarnio y befa del presidente muerto (¿o asesinado por la CIA?), incluso pusieron a rodar un video con la supuesta voz del Comandante diciendo que estaba secuestrado y no muerto. Generaron la más perversa guerra psicológica para crear las condiciones de confusión, miedo e incertidumbre en la población y alcanzar un estallido social.

Como conspiradores utilizaron todas las formas de lucha, por eso se preparan para las elecciones del 14 de abril y contando con el más desmedido y grosero apoyo de las transnacionales y países imperiales, se abocan con todo el dinero del mundo a querer ganar esas elecciones, por supuesto con el peor de los peones y candidatos, Capriles Radonski que venía de una gran derrota apenas 7 meses atrás ante el Comandante Hugo Chávez. Movieron tantos recursos que de todos los países donde hay viviendo venezolanos de mentalidad escuálida los trajeron a votar… y les pagaron los pasajes. Adoctrinados, vendiéndoles el cuento que Capriles tenía la victoria en la mano se movilizaron unos cuantos trotamundos venezolanos… para nada y regresarse todos frustrados.

Pero perdieron, porque no sólo fue Capriles el derrotado, fue la burguesía en su conjunto y los imperialismos y las transnacionales que aspiraban cobrar con creces su cuantiosa inversión “electoral”. Transitoriamente con el candidato fascista la derecha subió su votación a 7.363.980 millones de votos, el 49,12%; pero aún así el chavismo los volvió a vencer con 7.587.579, o sea el 50,61%., un 1,49 de ventaja que significaron 223.599 votos que, por supuesto, no fueron reconocidos por el candidato fascista que canto “Fraude”, su lugar teniente y jefe de las brigadas paramilitares de choque Leopoldo López arrastrando por la fuerza (¿de las amenazas?) al resto de la MUD. La canalla amarilla pone en ejecución el Plan B, movilizar la esmirriada vanguardia de masas, desatar días y noches de terror y crímenes en barriadas humildes donde caen bajo las balas o la violencia de las hordas y de los grupúsculos paramilitares 11 compatriotas, incluyendo niños y niñas inocentes y se generan destrozos cuantiosos. Intentan una insurrección de la clase media que no les cuaja, pero sigue la agresión nacional contra el gobierno del nuevo presidente chavista, el obrero Nicolás Maduro, sin darle descanso.

La Revolución Popular, Bolivariana y Chavista demostraba en las calles que no se había muerto con el Comandante, que estaba vivita y coleando, y poco a poco se fue derrotando cada una de las trampas y estrategias subversivas y golpistas de la derecha y el fascismo y 8 meses después, con políticas robustas y cerradas las heridas dejadas por la muerte de Chávez llegamos a las elecciones del 8 de diciembre, el desiderátum, el momento supremo de hacerle a Maduro un plebiscito para, a partir de allí sacarlo del poder. Pero “del plato a la boca se cae la sopa” dice el dicho popular. Como ayer a Chávez, después a Nicolás, esta vez subestimaron al pueblo chavista que dio un paso al frente y derrotó aplastantemente las pretensiones de fascismo y con las mismas armas melladas del capitalismo, su modelo electoral, los derrotó con 5 millones 277.491 votos, el 72,24%, contra 4 millones 423.897 votos, el 22,39%. Una notable diferencia de 853.594 o un 49,85% de diferencia. Se cerraba el ciclo de angustias e incertidumbre abierto el 14-A.

Evidentemente tanto la visión, análisis, cálculos, la estrategia con sus tácticas TODAS fueron erradas comenzando con aquella puerilidad de que la Revolución Bolivariana y Socialista había muerto con el Comandante Chávez y con él estaba enterrada en el Cuartel de la Montaña. Las mismas estrategias del anticomunismo decimonónico de los últimos 50 años.

La Revolución vive, la Lucha y la Patria siguen.


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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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