Humo blanco cultural

El día jueves 27 de octubre de 2005, fecha para recordar, en el auditorio del Museo de Arte Contemporáneo, se realizaría un encuentro con el diputado-presidente de la Asamblea Nacional, Nicolás Maduro, y los creadores, trabajadores de la cultura y cultores populares, tradicionales y contemporáneos, de toda Caracas. El tema que nos convocaría: el Proyecto de Ley Orgánica de Cultura, aprobado en la Asamblea Nacional, por unanimidad, en primera discusión.

La expectativa era general. La convocatoria la había hecho la misma presidencia del Poder Público Legislativo. Una invitación rauda y repentina. No obstante, necesaria e impostergable. La exposición del parlamentario sería deductiva. Dos horas resultaron suficientes para reconocer su ignorancia en materia cultural, hacer la necesaria autocrítica, no permitir excesos, evaluar la gestión deliberante y proponer y recoger líneas de trabajo. Las intervenciones de los participantes abundaron. Un decálogo de observaciones haríamos al instrumento jurídico propuesto. Otras críticas saldrían a la palestra. Excelente reunión.

El aplauso se hizo sentir, contundentemente, cuando el diputado, con la mano sobre un manojo de copias de la moción, afirmaría: este proyecto no será sometido a segunda discusión. No sabemos si es la primera vez que desde el museo sale humo blanco. Sin duda, esta era una de ellas. Se habría alcanzado un triunfo. Esta batalla la hemos ganado todos. El partido está empatado; a favor del proceso. ¿Voy bien Camilo? Vas bien Fidel.

No obstante, resulta necesario, recordar: en el proyecto de Ley Orgánica de Cultura se encuentran comprometidas omisiones, utilización de categorías en desuso, definiciones difusas, peligrosas proyecciones, reiteraciones innecesarias, superposición de labores, escandalosas exclusiones. La técnica legislativa anda extraviada. La moción no está en sintonía con los objetivos del Nuevo Mapa Estratégico. El proyecto no cumple con la condición constitucional de organizar a los poderes públicos culturales; menos con desarrollar los derechos culturales constitucionales. La consulta, durante 5 años de gestión legislativa, ha sido pírrica. Posee un perfil cancerbero. Las carencias del proyecto comprometen a la cultura como parte esencial y estratégica del desarrollo endógeno. No existe un capítulo sobre las culturales populares constitutivas de la venezolanidad; menos sobre las entidades federales y locales, los estados y municipios. No se determinan las incidencias presupuestarias. La norma excluye al ciudadano como hacedor cotidiano de la cultura. La seguridad social se limita a los trabajadores culturales formales.

El diputado-presidente, Nicolás Maduro, suscribe la Constituyente Cultural y la necesaria contraloría social a la actual gestión cultural pública del Ejecutivo Nacional. Está campaña es coronada con la realización del Primer Encuentro Metropolitano de Cultura Popular y Tradiciones. Así se conquistan justas batallas, de abajo hacia arriba, con el análisis preciso, serio y coherente. Pusimos en práctica la dosificación del ego, el liderazgo compartido, la concurrencia de todos, el aporte colectivo. Está ha sido una batalla por la justa aplicación de la Constitución Bolivariana, en el proceso de construcción de la democracia participativa cultural. Los Poderes Creadores del Pueblo han sido los protagonistas.

efrainvalen@cantv.net


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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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