Tenemos demasiados comerciantes y pocos fabricantes

Revaluemos el Bolívar fuera del mercado

Actualmente, la paridad cambiaria del bolívar, digamos frente al dólar, se calcula según las disponibilidades de esta divisa y las de nuestro circulante monetario. A mayor cantidad de bolívares, mayor devaluación o menor paridad frente al dólar, y viceversa. Como el resto de los países pertenecientes al mercado capitalista también opera con la misma divisa internacional, cada bolívar vale determinada cantidad de las otras monedas cuyas paridades se vienen calculando con el mismo procedimiento.

Por otra parte, vemos con estupor cómo en Venezuela han estado proliferando los comerciantes al por mayor y al por menor, sin control alguno con los volúmenes de oferta ni de tipos de mercancías[1]. No sólo numerosísimos intermediarios de mercancías importadas, sino-más grave-de intermediarios de mercancías fabricadas dentro del país, a pesar de todos los innegables esfuerzos que hace el Estado para acercar máximamente el producto al consumidor final. El país carece de  parámetros que indiquen cuántos intermediarios y de qué envergadura comercial resultan necesarios para cada mercancía, importada  o nacional, con estricto arreglo a la geografía de producción y puertos de entrada.

Como sabemos, el volumen de una determina mercancía no depende sólo del números de fábricas que las produzcan; finalmente influye la capacidad potencial y operativa de las muchas o pocas fábricas que estén autorizadas por el Estado.

En la medida que el Estado obligue, sugiera y determine la capacidad de instalación fabril que satisfaga la demanda potencial, y vigile de cerca la capacidad operativa diaria que regularmente necesita cada empresa de producción para satisfacer a su clientela, en esa medida la oferta irá dando cuenta de la formación de precios decrecientes con los cuales el poder adquisitivo del bolívar irá creciendo.

Este crecimiento del poder adquisitivo de cada bolívar le permitirá al Estado hacer ajustes inversos a los que ha vendido practicando, es decir, podrá rebajar sueldos y erogaciones dinerarias varias sin perjuicio alguno para sus beneficiarios.

Es un hecho que desde hace décadas el Estado ha venido elevando el volumen de los salarios, el salario mínimo y los volúmenes de erogaciones monetarias para trabajadores y no trabajadores.

Porque de los que se trata es de que el Estado ahora vaya obligando a cuotas mínimas de oferta para cada fabricante e importador, con el compromiso-por parte del Estrado-de adquirir cualquier excedente que coyuntural o eventualmente surja por desajustes transitorios entre la oferta y la demanda, desajustes que, por cierto, siempre han frenado la producción de estos empresarios, y, por el contrario, siempre han jugado a recortes de oferta y multiplicación de intermediarios.

Las subas anuales de salarios, y con ello la devaluación inducida del bolívar[2], no sólo han sido el resultado del encareciendo de los precios comerciales-no de los costes de producción-, pero sin que la producción o las fábricas hayan podido hasta ahora adecuar sus volúmenes de oferta  a fin de abaratar costos y precios.

Por eso, el Estado debe necesariamente regular la operaciones fabriles, obligar   a que sus dueños se comprometan a operar y alcanzar metas prefijadas en el menor tiempo posible, so pena de salir de las nóminas de  empresas autorizadas para tales fines.

El número de intermediarios resultará una consecuencia necesaria de la elevación de la producción, y finalmente  el volumen de circulante  en bolívares irá bajando sin que por ello el tenedor de salario vea mermada su capacidad real de compra de  bienes en general.

Con ese control planificado para la oferta nacional,  el volumen monetario de bolívares necesarios, según la oferta-demanda, podrá irse acercándose   al  volumen de divisas disponibles como reservas internacionales. El bolívar se irá revalorizando e  hipotética y perfectamente podríamos  alcanzar una paridad  1/1 frente al dólar,  y hasta disponer de una moneda nacional más potente que esa divisa. Porque sólo con mayor producción y menos intermediarios podremos revalorar nuestro bolívar.



[1] El único control de comerciantes lo lleva a cabo las Alcaldías porque estas cobran impuestos sobre las ventas, de tal manera que dichas alcaldías han estado pechando dos y más veces e indebidamente un mismo volumen de oferta. Se ha pechado al fabricante y a todos y cada uno de los comerciantes.

[2] De perogrullo, a mayores salarios mínimos, mayor volumen de circulante en moneda nacional, y   mayor devaluación inducida de nuestra moneda. Esta devaluación inducida por el Estado motiva nuevas alzas de precios, y consecuencialmente provoca nuevos  ajustes salariales.

 



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Manuel C. Martínez


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