Snowden enMUDeció a la MUD y desnudó a unos cuantos en el mundo

Decimos con frecuencia que el sistema capitalista se debate en una crisis de grandes proporciones. Es más, parecería que las llamadas crisis cíclicas del sistema fuesen acercándose y como hilvanando una sola, por la excesiva brevedad de los intervalos entre una y otra.

Pero esa crisis no se queda en el mero enunciado anterior. La vieja Europa occidental, la misma que creyó alcanzada la grandeza mucho después de terminada la segunda guerra mundial y con los resultados del Plan Marshall, tuvo la osadía de pensar que podrían de allí, para siempre, volar con libertad, experimenta desde ya un relativo largo período de aguda crisis que la obliga a recortes inimaginables y protestas populares que creían pasadas a la historia.

Pero esta crisis del capitalismo exhibe unos rasgos dignos de mencionar. Pareciera que la conciencia de clase de los capitalistas les llevase a la admisión de un súper poder, por encima de los nacionalismos y los intereses inmediatos y cercanos, que les salve de una explosión o de los efectos de la toma de conciencia de las multitudes.

Por eso Europa, incluyendo Rusia –por ahora no hablemos de la China a falta de elementos a la mano -, pareciera ponerse, unos más aprestados que otros, en manos de Estados Unidos para que proceda a salvar al sistema. Eso significa dejar que el país del norte haga lo que le venga en gana o considere necesario, sin pararse en principios, derechos o la justicia misma, para impedir que emerja una fuerza telúrica que decida hacer como se dijo en una pancarta, en diciembre del 2009, en las calles de Copenhague, frase recogida en su discurso por el presidente Chávez: “No cambien el clima, cambien el sistema”.

No fue casualidad o descuido, ahora está claro, que en el Consejo de Seguridad, no se hiciese uso del derecho a veto para impedir se cayapease a Libia para terminar asesinando Gadafi. La actitud posterior que no ha permitido hacer exactamente lo mismo contra Siria, pero no ha impedido que la OTAN use mecanismos no menos descarados, como introducir mercenarios y darles a éstos todo el apoyo logístico, militar y poner luego a todos los países europeos, incluyendo Rusia, a hablar de la búsqueda de una “salida democrática” sin el presidente Bashar Al-Assad, también muestra lo mismo. El capitalismo mundial, pareciera colocar en manos del poderío militar estadounidense, su experiencia para el espionaje, desmedido descaro y capacidad ilimitada para la pillería, su destino y garantía que la consigna de Copenhague, sólo siga siendo un sueño.

Por eso, los países espiados del mundo por Estados Unidos, asunto que denunció Snowden, no produjo ninguna incomodidad ni provocó reacción inmediatamente. Los gobiernos lo saben bastante bien y se hacen los locos. El Ministro de Relaciones Interiores de Venezuela, general Miguel Rodríguez Torres, dijo a un periodista “esa no es una noticia nueva para Venezuela” y agregó “todas las comunicaciones por vía telefónica y por correo que existen entre Venezuela y Estados Unidos han sido siempre monitoreadas por ellos”. Para finalizar dio la siguiente información: “La CIA tiene 64 mil hackers trabajando todos los días contra todos los países del mundo”.

El conocimiento que las grandes potencias tienen del asunto, les ha hecho ver aquello como natural y su aceptación como una contribución para que el “gendarme mundial”, el prodigador de asepsia, les garantice que en el mundo y en sus países, la contaminación del cambio no avance y para decirlo mejor, se le mantenga a raya.

Por eso recibieron con indiferencia las denuncias de Snowden, a quien vieron salir de un libro viejo como un Quijote sin adarga, Rocinante ni Sancho Panza, sino un tipo sólo, flaco y atribulado en un aeropuerto de Moscú.

Es más, Putin desde el primer momento le juzgó como una alimaña molestosa y por tenerle allí cerca y colocado contra la pared, optó de mala gana por ofrecerle un asilo a cambio que callase, porque el bien sabía la historia y nada le importaba. Los demás países del mundo, salvo aquellos donde la dignidad, el concepto de independencia y la posibilidad de “asaltar al cielo”, siguen latiendo, como Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, se atrevieron a poner de relieve lo denunciado por el joven norteamericano y el deber de salvarle la vida.

Ante aquel deleznable cuadro, los gringos se atrevieron a más e intentaron envolver a Evo Morales en un acto que buscaba minimizar más lo denunciado por Snowden, descalificar la imagen del digno representante de la raza indígena americana y convertir el caso en un intrascendente impasse diplomático con un pequeño país latinoamericano y de paso integrante del eje del mal y por tal molestoso.

Pero el asunto no salió como los gringos y sus socios esperaban. La reacción que provocó la agresión contra Evo, una muestra más que los prepotentes suelen equivocarse, como tantas veces, produjo resultados inesperados. En las calles del mundo, incluyendo Moscú. se produjeron manifestaciones de rabia. Hasta en organismos reumáticos como la OEA se condenó la conducta de los países europeos que sabotearon el viaje de Evo. Pusieron en peligro su vida e intentaron irrespetar su majestad.

También, todos esos países, aunque tímida y quizás un poco tardíamente, comenzaron a pedir explicaciones a Estados Unidos, como una vergonzosa manera de lavarse la cara. No les quedó otro remedio. Como muestra de lo anterior, es una tristeza, por decir lo menos, la declaración del presidente de la Comisión de Relaciones Externas y Defensa de la Cámara Baja de Brasil, quien dijo que aunque la posición brasileña es una señal clara de rechazo al espionaje “tenemos interés en mantener buenas relaciones”, con Estados Unidos.

En la posición del alto funcionario de un país del Consejo de Seguridad y una de las economías más importantes del mundo, no hay un gesto firme de condena, ni tampoco una seria solicitud de explicaciones, sino un simple acto formal, como para, como solemos decir los venezolanos, “la gente crea”. De paso, no se hace mención para nada, al asunto del derecho de asilo y las tribulaciones del joven Snowden, lo que incluye la amenaza a su vida, por favorecer a las víctimas del espionaje.

Los grandes países del capitalismo, ante una denuncia que pone en evidencia la tendencia guerrerista y la “conchupancia” entre ellas, para permitir, quizás por impotencia, a EEUU hacer lo que bien le parezca, optaron por jugar cuadro cerrado y ante los hechos y, más por el avispero alborotado, al final salieron al escenario a hacer unas lánguidas morisquetas.

Pero la oposición venezolana llegó al colmo, no de la doble moral, de la cual habla con conmiseración Leopoldo Puchi, sino de la inmoralidad de callar por completo, ante semejante infamia de EEUU, sus aliados y quienes no se atreven.


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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