El papel de la política en la construcción Bolivariana

En estos catorce años del proceso Bolivariano se han dado enseñanzas importantes para la clase trabajadora. El control del poder político ha permitido orientar recursos públicos dirigidos a mejorar el bienestar social de los trabajadores y campesinos. Lamentablemente, ese bienestar se ha procurado sobre el modelo petrolero de siempre, caracterizado por poca generación de bienes y servicios nacionales; así como, la importación masiva de bienes básicos.

La presencia del comandante Chávez y de sus equipos de gobierno han marcado pauta con su contribución al estado de bienestar. Sin embargo, las tareas históricas que se nos presentan involucran un rompimiento cultural con las prácticas del modelo de desarrollo rentista. A saber, desarrollar plenamente la industria petrolera de tal manera que permita orientar toda nuestra producción petrolera crudo a la producción mayoritaria de derivados. Pero, también está el desarrollo de una portentosa industria petroquímica, cuyas ganancias podrían incluso estar por encima de la industria petrolera. Otros grandes polos de desarrollo son la industria química y farmacéutica que sigue esa cadena de agregación de valor que va desde la gota de petróleo hasta las pastillas que adquirimos en las farmacias. Una industria que absorbe mano de obra en cantidad apreciable. Los intereses transnacionales junto a la poca capacidad de gestión y de visión de algunos trabajadores (cuando no una abierta traición) explica tal atraso y falta de desarrollo de nuestro país. Pero, la economía no petrolera también la conforman, en gran escala, las potencialidades estratégicas en materia de minería (Hierro, aluminio, diamante, oro y todas aquellas minerales no metálicos). La industria que explota las telecomunicaciones, nuestra posición privilegiada en materia aduanera con entrada al Caribe y a Sur América, el turismo y una descomunal creatividad que nos puede colocar entre los primeros en tecnología blanda son abrumadoras y frustrante perspectivas para una patria que aún vive de la exportación de petróleos crudo.

Esta tarea es demasiado grande para un hombre o un grupo de mujeres y hombres: es la tarea de una clase social. Ya sabemos que la clase burguesa está anclada en el pasado de la Venezuela rentista del ¡ta, barato dame dos! Y tiene razón, para no cambiar, porque vivir del Estado y de la diferencia cambiaria le ha dado históricamente sustanciales ganancias. Pero, la clase trabajadora y campesina apenas ahora, con el comandante Chávez ,siente un poco del estado de bienestar. Un estado de bienestar que es insostenible porque sigue montado sobre los dictámenes del imperio norteamericano que fija el precio del petróleo y es dueño del sistema financiero que crea deudas externas impagables. No se trata sólo de producir, se trata de sobrevivir con nuestras propia producción: se trata también de desarrollar nuestro campo y nuestra agroindustria. Se trata de diversificar nuestro socialismo: de ser invencibles.

La victoria electoral es tan sólo un primer paso en el camino para consolidar un poder político que nos permita, en términos de clase, obtener los recursos que de viabilidad al desarrollo endógeno socialista. No es sólo manejar recursos públicos para empoderarnos de nuestro gobierno local; se trata de construir la riqueza que permita un crecimiento auto sostenido de nuestras condiciones de vida y de conciencia. Un crecimiento que nos emancipe del yugo imperial que reparte latigazos a sus esclavos del mundo. La decisión apenas comienza, la construcción del socialismo es la suma de muchas decisiones que nos permitirán ser libres. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.

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Néstor Aponte


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