Lecturas de papel

Homofobia

Me comentaba hace algunos años un amigo en Puerto Ordaz que en política te pueden tildar de inepto como funcionario y no es asunto grave. Incluso te pueden señalar de corrupto y hasta se ve bien, pues se entiende que eres “avispao” y “pilas” para hacerte del dinero ajeno. Pero si te tildan de homosexual es como un estigma, una duda que jamás se borrará.

Y esto último es cierto. Tildar en Venezuela, y creo que en la mayoría de países latinoamericanos, a un hombre de homosexual es como señalar que padece de una enfermedad incurable, transmisible y que debe ser, por tanto, abandonado al ostracismo.

Hasta acá funcionaba así la subrepticia vida política, religiosa, social, militar en nuestro país. Las contradicciones con los años se han desatado hasta ahora cuando aparecen los síntomas inequívocos que muestran una sociedad que se ha hecho intolerante, ya no en los aspectos políticos, también en lo religioso, y concretamente, en lo sexual.

La comunidad LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transgénero) ha visto cómo paulatinamente se le han cerrado sus espacios, como por ejemplo, las playas de Choroní. Allí, hace poco tiempo se vivió un fuerte altercado como consecuencia de la intolerancia, no tanto de personas heterosexuales como de las mismas autoridades, quienes arremetieron contra algunas personas por su condición sexual. Les destruyeron sus símbolos de identificación como comunidad (la bandera arcoíris) y les cayeron a insultos, golpes, peinillazos y batazos.

Recientemente se ha podido observar otro caso vinculado a la homofobia. Fue en el estadio Pueblo Nuevo, de San Cristóbal, donde un grupo de fanáticos del Deportivo Táchira impidió que su equipo se enfrentara al Atlético Venezuela, porque el once andino vestía una franela de color rosado, en apoyo a la campaña de la organización Senos Ayuda, de lucha contra en cáncer de mama.

La trifulca que se formó obligó a suspender el partido. Lo triste no es tanto la desinformación e impedimento de un partido, como la intolerancia y homofobia manifiesta en quienes se opusieron violentamente a esta actividad.

Pero si esto fuera poco, en Maracay, hace escasos días, un joven fue quemado por su condición homosexual. Frente al liceo donde el joven acudió para intentar inscribirse y cursar su escolaridad, le esperaban tres sujetos quienes, después de ofenderlo, insultarlo y amenazarlo por su condición sexual, le rociaron gasolina y acto seguido, uno de ellos, menor de edad, encendió un fósforo y se lo lanzó. El joven fue auxiliado por la comunidad y llevado al hospital donde se encuentra con 80% de su cuerpo quemado.

No voy a entrar a consideraciones intelectuales, religiosas ni morales sobre si la homosexualidad debe o no ser aceptada, así como las de otras comunidades sexuales, como pansexuales, intersexuales o transgénero.

Dejo a otros estos asuntos, sobremanera si estos seres humanos son producto de mutaciones genéticas, como ha afirmado Francis Fukuyama y su nueva neoética, o si es la sociedad que los ha, supuestamente, deformado. Respeto en principio, el absoluto derecho de estas personas ha manifestar públicamente su tendencia sexual, como lo hacemos los heterosexuales, bajo el respeto irrestricto a las normas y principios que rigen nuestra sociedad.

Pero lo que resulta inaceptable es el proceder de una gran parte de la sociedad, que paulatinamente se ha vuelto intolerante y se manifiesta abiertamente, contra otros seres humanos, ya no burlándose de ellos en su cara (-que fue una etapa en este proceso de degradación social) sino que desde un tiempo para acá, procede a usar la violencia, tanto contra los símbolos (colores, banderas, indumentarias, saludos, formas kinésicas) como en la agresión verbal y física.

Resulta curioso que quienes ejercen esta violencia, homofóbica y lesbofóbica, son individuos, hombres y mujeres, que en muchos casos han sido “violentados” o poseen recuerdos dolorosos de agresiones infantiles o con parejas de sexo contrario. Es una especie de venganza, de odio oculto por aquello que no pueden o son incapaces de hacer. Les dicen popularmente que no se atreven a “salir del escaparate”.

Creo que en Venezuela se ha intensificado la homofobia y por tanto, la intolerancia contra las personas sexualmente diferentes a la mayoría heterosexual, básicamente por la debilidad educativa (véase este video: http://www.youtube.com/watch?v=B8QJov-EUMY) donde un prof. universitario, tilda a los homosexuales como “enfermos”. También por la quebradiza posición del gobierno del Estado frente a este tema (-Por cierto, un funcionario del Min. de Cultura declaró abiertamente que era homofóbico), y también por parte de algunos medios de televisión, que en sus programas humorísticos, presentan personajes homosexuales como seres carentes de atributos intelectuales, genéticamente inferiores, y por tanto, son motivo de risa y burla.

Pienso ahora en Benedetti y su poema “Y si dios fuera mujer”.

@camilodeasis camilodeasis@hotmail.com


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Juan Guerrero


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