Potencial Antisocialismo contemporáneo

Los defensores del burguesismo, capitalismo o régimen de explotación del hombre por el hombre, no paran en su estéril búsqueda de una alternativa no menos explotadora que le garantice al patrono la conservación de sus inversiones, y sobre todo sobre su propiedad privada sobre la mano de obra asalariada.

Decimos bien: propiedad privada sobra los asalariados, porque si bien estos legalmente son libres, sabemos que esa libertad no pasa de concretarse en la libre escogencia del explotador de turno, cuestión que le estuvo vedada a sus predecesores y colegas de infortunios: siervo de la gleba, y esclavo de los regios aristócratas. Además, el patronato sí ejerce una propiedad privada y *socializada* sobre el bloque de los asalariados, en su conjunto, aunque cada uno de estos deba arreglárselas cómo pueda con su individual, impotente y subvaluado salario.

En esa carrera sin metas claras se inscribe modernamente las hipótesis de *socialismos* alternos a aquel que el Imperio del capital desmembró en la URRSS luego de un ensayo político al que interesadamente Occidente le estuvo pidiendo salir de las dificultades sociales acumuladas durante milenios por el imperio de la propiedad privada de todos los tiempos y en todas partes. Cuba, desgraciadamente, tiene poco peso demográfico para ser considerada un enemigo peligroso al capitalismo de enfrente.

Semántica y económicamente, el socialismo es el antagonista del individualismo; aquél discurriría en el Estado monopolista de la riqueza productiva, y el otro, en los oligopolios de los empresarios capitalistas.

Ciertamente , no hay uniformidad de criterios ni una sola definición, pero compartimos la versión, según la cual el verdadero y único Socialismo es el que surge cuando el Estado toma para sí toda la propiedad de los medios de producción, cuando desaparece el enriquecimiento personal de quienes fungen de empresarios empleadores de trabajadores; surge y se daría cuando desaparece el monopolio de la distribución de la riqueza en las clasistas manos del patrono de cada galpón industrial, de cada expendio comercial, de cada entidad financiera.

En el caso venezolano, un Estado *naturalmente* socializado, gracias a la riqueza que subyace bajo nuestros pies, y riqueza que desde tiempos de la Colonia incipiente la Corona se encargó de blindar *socialistamente* para sí, y evitar así que países y colonialistas de entonces pudieran privatizar las minas de oro, plata y afines. Y aunque los Reyes españoles murieron sin conocer la principal riqueza potencial y la sustancia más preciosa de todos los tiempos modernos, la legislación *socialista* de Indias quedó allí y la hemos heredado incólumemente.

De manera que podemos considerar *antisocialista* al país que decida repartir entre empresarios privados su riqueza socializada constitucional y naturalmente poseída; antisocialista, al que privatiza dosificadamente la riqueza colectiva y soberana mediante el otorgamiento de créditos blandos sin licitación, sin previos concursos de gerencialidad, y a través de créditos de dudosa recuperabilidad, y antisocialista sería también el país que tome empréstitos públicos cuyo coste vaya con cargo a dicha riqueza petrolera.

Será antisocialista si ese país se desentiende de la recuperación de aquellos créditos así como de la correcta y rentable aplicación de los empréstitos que tan onerosamente le otorgan los organismos financieros internacionales.



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Manuel C. Martínez M.


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