Carmona se pone de acuerdo con los militares en Fuerte Tiuna

El Presidente de la CTV, Carlos Ortega, había manifestado que le gustaría que el nuevo gobierno estuviera formado por una Junta de Gobierno y se quejaba de que no fue llamado a Fuerte Tiuna por Carmona aquella madrugada del 12 de abril de 2.002 para pedirle su opinión; después de haber compartido tantas luchas con él. A Ortega no le gustó la decisión de que el gobierno fuera presidido por una sola persona y más que esa responsabilidad recayera sobre Carmona, eso le generó algún celo ya que la participación del movimiento sindical organizado en el golpe de Estado contra Chávez fue fundamental. Concluida la reunión entre Chávez y los militares en Fuerte Tiuna, pasadas las 4 de la madrugada, y consumada la decisión de no permitir su viaje a Cuba sino de dejarlo bajo custodia de la FAN, fue clave para que quedara sin perfeccionarse la renuncia escrita, lo que sería más tarde calificado como el mayor desacierto de aquella jornada y se cruzaron algunas ideas en torno a las causales que podían permitir invocar el artículo 350 de la Constitución. Se confirmó con los representantes de las cuatro Fuerzas Militares el que Carmona presidiera el gobierno de transición y se acordó, a petición de Carmona, hacer un anuncio previo al país por parte de un vocero castrense, Carmona no deseaba que posteriormente se presentara malentendidos.

Según se justificaba Carmona, su escogencia obedecía al liderazgo que había ganado hasta ese día en el seno de la sociedad civil y a la preferencia castrense de que ninguno de ellos hiciera parte de una Junta de Gobierno, pues nadie del estamento militar deseaba involucrarse de manera directa en la gestión y porque les habría sido difícil escoger a un representante en una Junta, pero también porque el criterio mayoritario era el retorno de los militares a sus funciones naturales para así enfrentar la visible fractura derivada de la politización que Chávez había sembrado en su seno. Hacia las 5 a.m., apenas con un mínimo de coordinaciones previas, el General Vásquez Velasco expresó por televisión que había sido escogido provisionalmente Presidente de la República el Dr. Pedro Carmona Estanga para un gobierno de transición. Luego el Dr. Carmona dirige a la nación las primeras palabras como Primer Magistrado de facto rodeado de un grupo de altos oficiales, y comunica la decisión de llenar el vacío de poder dejado por Chávez y presidir un gobierno de transición, y pide calma a los venezolanos y garantiza la plena disposición de restablecer del orden constitucional. Enfatiza en que no había buscado esa función, pero que la asumía responsablemente en función del interés nacional. El tono de ese primer mensaje estuvo pues dirigido a tranquilizar al país, a asegurarle la transición hacia un proceso pulcro de elecciones, indicando que debían aguardarse anuncios posteriores. Insistió en la necesidad de la unidad de los venezolanos y expresó el duelo y rechazo que causaba la injustificable masacre del día anterior.

Terminado ese capítulo se inician acontecimientos más complejos, era necesario comenzar desde cero la formación del gobierno, pues no existía un plan premeditado que permitiera tener listos los equipos civiles y militares para hacerse cargo inmediato de la situación y garantizar la unidad de mando que habría sido deseable. El Doctor Enrique Tejera París confiesa posteriormente que él si tenía una lista para la formación de un Consejo Federal de Gobierno y hace críticas a las decisiones de ese día, lo que revela que tenía la mente puesta en eso desde mucho antes. A las 5:30 a.m. de ese 12 de abril, salí de Fuerte Tiuna con quienes me habían acompañado horas antes y del Dr. Brewer-Carías, a quien debía retornar a su domicilio. Además de mi conductor, se sumó un guardaespaldas asignado por el Contralmirante Molina Tamayo mientras se organizaba la Casa Militar, pues a él le había expresado mi decisión de reincorporarlo al servicio activo, tras la arbitraria decisión de Chávez de pasarlo al retiro y lo escogí como Jefe de la Casa Militar en reconocimiento a su valiente actitud durante los acontecimientos. El guardaespaldas, de apellido Sanabria, fue el mismo que apareció detrás de Carmona, y quien estaba autorizado por los militares para mi custodia personal y portar el arma. Carmona reflexiona días después que pensó que habría preferido no ser el escogido, pues tenía inmensas cargas institucionales que cumplir; pero las cosas en la vida no ocurren como uno las desea y que no arrepiente de haber actuado con coraje, pero sí lamenta que otros no hayan actuado con claridad y firmeza, pero es justo que se pretenda hacer recaer sólo en él la responsabilidad de todas las decisiones. Fueron momentos de gran complejidad histórica en los cuales concurrieron muchas opiniones, errores y omisiones, comenzando por la negativa al viaje del Presidente a Cuba.

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José M. Ameliach N.


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