Impunidad es el peligro mayor de la revolución

Aún sin castigo los golpistas de abril/02

Este nuevo aniversario de los sucesos de abril/02 más allá de constituirse en un momento para rememorar con euforia y gran alegría como un hecho histórico muy importante porque coadyuvó a otorgarle una mayor fortaleza a la revolución, ya que la conjunción pueblo y ejército dio al traste en pocas horas con el proyecto de acabarla para sustituirla por una dictadura, nos produce al mismo tiempo una inmensa frustración porque no entendemos cómo es posible que quienes fueron sus directos responsables, allí están muy tranquilos sin que la justicia les haya pedido las debidas cuentas sobre el inmenso daño que causaron durante esos sucesos, traducido en secuestro del presidente constitucional de la República e intento de asesinarlo, disolución de los poderes públicos, asesinatos, atropellos de todo calibre y desmanes sin fin como respuestas a la asquerosa, falsa y repudiable especie que hicieron rodar por el mundo de que Chávez había ordenado la masacre del pueblo en Puente Llaguno.

Ciertamente nos produce inmensa rabia que a nueve años de tanta barbaridad cometida, los dueños de los medios impresos y radioeléctricos que desempeñaron papel estelar y decisivo en la caída del gobierno Bolivariano no hayan sido llevados a la cárcel ni siquiera por un día y lo que genera mayor indignación es que aún continúen conspirando como si nada hubiera ocurrido al frente de sus mismos medios, ahora más repotenciados con el incremento de las ayudas en dólares que reciben de la NED y la USAID, tal y como lo han venido denunciando, con abundante documentación probatoria, los camaradas Eva Gollinger y Ernesto Villegas. Con el mayor desparpajo prosiguen con sus campañas desestabilizadoras a base de la mentira repetida mil veces, mientras que paralelamente y a muy altos decibeles le dicen al mundo que en el país no hay libertad de información y que los periodistas continúan siendo sometidos a una bárbara persecución y represión.

Son unas cuantas decenas de sujetos que como esos dueños de medios tienen tanta o igual responsabilidad que ellos en esos arteros y sangrientos sucesos del año 2002 y que continúan con el discurso golpista. No puede ser que en nombre de una falsa libertad de prensa y de una matriz que han logrado imponer, sobre todo en el exterior, así como en algunos sectores medios de la población, de que el régimen de Chávez adelanta con el mayor rigor una política de acoso y persecución a los dueños de los medios y a los periodistas, se les permita que continúen chantajeando a base de las mayores mentiras y no sea posible sentarlos en el banquillo de los acusados por falsear a la verdad y sentenciados a pagar con la cárcel tanta infamia.

La impunidad es el mayor peligro que confronta la revolución y aun cuando es una perogrullada reiterarlo como lo hemos venido haciendo desde hace mucho tiempo, no descansaremos en denunciarla cada día con mayor vehemencia para evitar no solamente que esos sujetos intenten otro zarpazo contra la institucionalidad de la democracia, lo cual pronosticamos que ocurrirá antes de las elecciones del 2012, sino que la misma sea barrida y sustituida por una dictadura que no solamente llenará de sangre y lágrimas los caminos y rincones de la patria, sino que entregará a Venezuela a los dictados del gobierno imperial de Washington.

El pueblo, que de tonto ya no tiene un sólo pelo, se pregunta y se repregunta:

¿Los videos que muestran la euforia extremada de esos personajes durante los sucesos del 2002 no son suficientes pruebas para llevarlos a la cárcel?

¿Acaso no fue extremadamente claro el inefable Daniel Romero, Procurador designado por Carmona, cuando en forma pausada le anunció al país el 12 de abril la destitución de los magistrados al Tribunal Supremo de Justicia, de los Diputados a la Asamblea Nacional, del Fiscal General, del Contralor General y del Defensor del Pueblo?

¿Las confesiones espontáneas de Otto Neusthal de CNN ante la comunidad estudiantil de la Universidad Bicentenaria de Aragua acerca de que dos días antes del golpe fue enterado por los militares involucrados en la conspiración que se iban a producir unos muertos no constituyen prueba irrefutable para condenar a muchos años de prisión a sus responsables?

¿Es, acaso, precaria prueba acusatoria aquella primera página de la edición extraordinaria de El Nacional del 11 de abril/02 que dice: LA BATALLA FINAL SERA EN MIRAFLORES?

¿Y que decimos de los conductores de la TV anunciando la instalación del gobierno de transición y sus llamados a que la población denuncie el paradero de los funcionaros del gobierno derrocado y otras figuras políticas del chavismo, como Napoleón Bravo, Unai Amenábar, Ana Vaccarela, Carla Angola, Ibeyice Pacheco, José Domingo Blanco, etcétera, etcétera…?

¿Y qué tal la persecución a los funcionarios y dirigentes del chavismo y el asedio fascista a la embajada de Cuba, cuyos residentes, el embajador, su familia y otros miembros de la embajada fueron amenazados por turbas fascistas sedientas de sangre, con exterminarlos? ¿Qué pasa con los muertos y heridos a manos de la PM y otros cuerpos represivos el día 12, ya juramentado Carmona como presidente de lo que llamaron la “transición democrática”?

Allí están esas y una interminable relación de iniquidades y conductas impúdicas que se nos haría interminable relacionarlas, debidamente documentadas, las cuales constituyen pruebas irrebatibles ante cualquier tribunal del mundo para que no permitamos que la impunidad nos traicione y nos lleve de nuevo a que esos mismos sujetos nos roben el derecho soberano que tenemos a conducir nuestros propios destinos sin que nadie pretenda tutelarnos.

oliverr@cantv.net


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Iván Oliver Rugeles


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