(Precios de producción y competencia de segundo grado)

El Problema de la Transformación, Suplemento I

Partimos de los siguientes extractos de la entrega anterior:

“El caso es que, mientras unos teóricos atribuyen al mercado la fuente de las ganancias industriales, el enfoque marxiano la finca en el propio proceso productivo y antes de su comercialización. En el siguiente juego de cuadros estadísticos ofrezco mi aporte teórico de cara a resolver dicho problema, y mediante el cual quedaría matemáticamente demostrado que toda ganancia procede en última instancia del trabajo impago que hace el patronato a sus asalariados.

Se demostrará que las mercancías se venden a precios de producción, es decir: a unos precios que permiten que la “plusvalía” global y macroeconómicamente extraída se distribuya equitativamente entre todo el empresariado microeconómicamente atomizado en unos industriales por acá, otro por allá, aquí y acullá. Digamos que cada capitalista recibe ganancias relativas iguales a las de los demás capitalistas, según su capital personal invertido, y no según la plusvalía que les arranque a sus asalariados en sus fábricas.”

 

Como dijimos en la entrega original, según este vínculo: 

(http://www.aporrea.org/ideologia/a120875.html), y se lee en su extracto   de esta entrega, los “precios de producción” representan los valores de producción ajustados por la competencia entre capitalistas que actúan en el mercado II[1], y que funcionan con diferentes capitales, tecnología y composición orgánica.

Efectivamente, unos operan con más capital constante, comparado con su capital salarial o variable, o sea, en relación con su capacidad instalada de explotación de trabajadores en vivo, con más capital, decimos, que otros capitalistas que estén extrayendo y explotando (en cualquier rama, no viene al caso) más mano de obrera con menos capital constante.[2]

Esa diferencia, desfavorable para quienes han pretendido enriquecerse a punta de maquinaria, de trabajo “muerto”, y favorable para quienes ocupan un mayor porcentaje de su capital en la contrata de mano de obra viva con un mínimo de capital constante, es la causa de la competencia permanente hasta logarse tasas de ganancias paritarias entre sí. Así se explica también la sobrevivencia de pequeños y medianos capitalistas impedientes de la hipotética soledad monopólica de los grandes capitales. Con pequeños capitales y mano de obra se logra tasas media de ganancia que, por el contrario, ya quisieran tener los capitalistas de alto giro.

Ciertamente, el capital constante convertido en un mayor número de unidades mercantiles por unidad fija de tiempo abarata el valor unitario de las mercancías, y esto favorece la capacidad competitiva del capital altamente tecnificado, pero la suma del valor creado es una constante, para un grado de productividad dado. Mientras el trabajador no sea el que se perfeccione y enriquezca productivamente estos no pueden crear más valor por unidad de tiempo. Por cierto: una vez liquidado el competidor menor, esos mejores rendimientos derivados de la alta tecnología los absorbe el capitalista al vender sus mercancías a un precio medio propio de las producidas con tecnologías rezagada, y de allí que a mayor tecnificación de la producción, más hambre burguesa porque hay más desempleo al lado de    precios que no se abaratan con dicha tecnificación.

Añadamos que se trata de 3 tipos de   competencias intraclasistas: la del mercado I y II que corre a cargo de los capitalistas fabriles; la que se da entre los comerciantes en el mercado III[3], y la competencia intermercados mediante migraciones de capital de las fábricas hacia el comercio y viceversa, así como también la competencia entre banqueros, comerciantes y fabricantes. Todos ellos contribuyen a la formación de los precios de producción.

Seguimos: En el Cuadro II podemos ver que los capitalistas (Sector II) tienen una tasa = 20%, mientras que los capitalistas del Sector I (con su enorme capital constante, en relación a su mano de obra viva) tienen una tasa = 13,8%.  Esa inestabilidad de la Economía es la que se resuelve, con parámetros dados, con acciones competitivas entre   capitalistas que van más allá de la destrucción de unos para ir monopolizando los mercados. Es una competencia de segundo grado que se practica en la búsqueda de igualaciones en la tasa de ganancia y en que, como quiera que el capital es una masa global, este necesariamente debe operar   bajo condiciones medias, y media debe ser la tasa de ganancia, como  medios son los precios de producción, las tasas de plusvalía y demás categorías  burguesas.



[2] Digresión: Los capitales de alta tecnología, si bien fabrican más mercancías por unidad de tiempo (rendimiento técnico, así se le llama a la ayuda técnica de las máquinas y de los procedimiento operativos artificiales), no por ello arrancan más plusvalía a  sus trabajadores, porque   no se trata de productividad ya que el capital constante   agrega valor, pero no lo crea, aunque ese rendimiento técnico es asimilado a “productividad” en la terminología burgocontable y en  la de los economistas vulgares. Precisamente, como el capital constante no da ganancias ni crea valor nuevo, y este sólo procede del asalariado en vivo, las empresas menos tecnificadas “echan mano” de más mano de obra que de maquinarias, y en consecuencia su tasa de ganancia suele ser mayor que la obtenida en las grandes transnacionales de elevada y sofisticada técnica. Observación: ni los clásicos ni los fisiócratas, y mucho menos los mercantilistas, pudieron entender esa diferencia entre “rendimientos” y productividad. Las recomendaciones de Smith en materia de división del trabajo, lo que motivó finalmente la maquinización de las operaciones fabriles, sólo se tradujeron en mayores ganancias para los capitalistas mejor tecnificados, pero con ello motivaron bajones en la tasa de ganancia que nos ocupa.

[3] Cónfer: Nota 1.

05/04/2011

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez


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