Lo que pudo representar una verdadera universidad televisada, gratis y universal para todos los venezolanos y la teleaudiencia internacional en el ámbito de la economía, la salud, la educación, la ciencia política en general, ha devenido en un espectáculo propio de cualquier mercado de las pulgas o bazar de gitanos. Desde el primer día esperamos y aspirábamos confiados a oír, de boca de los parlamentarios de una y otra bancada, intervenciones plenas de profundo contenido político. Al fin y al cabo se entiende que ellos “deben” ser los más cultos representantes del pueblo, llenos de conocimientos suficientes como para hacer un digno papel en la máxima tribuna política de la democracia venezolana.
Es justo reconocer que para la inmensa mayoría de los venezolanos estas cinco jornadas de presentación de memoria y cuenta (2010) de los ministros, por sugerencia del Presidente de la República, han dejado un cúmulo de datos de gran importancia, y ha sido, no obstante, una cátedra abierta, sobre todo, para los estudiosos de la política nacional. La otra cara de la moneda ha sido el grotesco espectáculo de discursos, afortunadamente cortos por el límite impuesto por el reglamento, de cinco minutos, establecidos para las intervenciones de los diputados, que evitó que el ridículo se profundizara, para mayor padecimiento de los telespectadores.
De manera que hubo cosas buenas, positivas, y aspectos malos, de una gravedad rayana en lo pendenciero, en lo extravagante por lo grosero, grotesco y de mal gusto, que me hicieron recordar una breve pasantía que hice –en mis años mozos- por una gallera de La Concepción.
En verdad, hemos corroborado que quienes acceden al parlamento como diputados no son los políticos más capaces, los más conocedores de la realidad nacional, ni los de mejor verbo y mucho menos los de mayor idoneidad; ese “deber ser los más cultos representantes del pueblo” está muy lejos de ser una realidad; muchos de ellos no son más que politiqueros avezados en la tramoya, los más aventurados, los más inescrupulosos y los más capaces de decir las mayores barbaridades sin rubor alguno y sin temor a irrespetar a quienes presentaban sus memorias y cuentas del año pasado. ¡Qué molleja de espectáculo han brindado ante el país nacional! ¡Incluso, han perdido el respeto del país nacional! ¡Presentarse nada menos que en el más alto escenario político del país sin información idónea, veraz y pertinente! ¡Vaya fiasco nos hemos llevado!!!
Algunas de las preguntas de los diputados de la bancada adversa al Gobierno, aderezadas con pobres argumentos de corte político, no representaron otra actitud que la del cumplimiento de un compromiso partidista, ya que se retiraron del hemiciclo sin esperar la respuesta exigida del ministro de turno, demostrando una gran irresponsabilidad ante quienes los votaron.
A las actitudes pugilísticas del diputado Marquina y a la destemplanza y actitud insulsa del parlamentario Borges, se suman las ridículas poses de Ismael García, William Barrientos y William Dávila, este último con la exhibición de una írrita fotografía(admitida por él como tal), así como la muy lamentable postura de María Corina Machado, descompuesta y grosera en su gestualidad (perdiendo hasta el glamour) en evidente falta de respeto al dirigirse al ministro Giordani, quien cayó en la provocación y se descompuso al responderle con expresiones inapropiadas, al igual que la vicepresidenta Blanca Eckhout y la diputada Érika Farías, en discursos –por demás- subidos de tono, impropios de la alta investidura que ostentan.
Las excelentes, por pedagógicas y pertinentes, presentaciones de los ministros Jorge Giordani, en primer lugar, luego Rafael Ramírez, Juan Loyo, Tarek El Aissami, María Eugenia Sader, Nicia Maldonado, Fleming y Francisco Garcés, entre otros, fueron empañadas por las lamentables argumentaciones de algunos de los parlamentarios del oficialismo.
Ciertos comentarios baladíes, fútiles, insignificantes, insustanciales, ligeros, pueriles, superficiales, triviales, despreciables e intrascendentes, abundaron en estas sesiones, como las expuestas por aquéllos que presentaron datos, cifras, estadísticas, sin fuentes confiables que rápida y contundentemente fueron derretidas por el calor vehemente y contundente de los argumentos oficiales. ¿Cómo desmentir las cifras oficiales, avaladas por organismos internacionales (FAO, CEPAL, entre otras), con algunas de dudosa procedencia y veracidad? Antes, ahora y siempre, los datos oficiales son los que debemos utilizar los analistas para soportar nuestros argumentos, estemos en uno u otro bando. El colmo de los colmos es esgrimir datos de procedencia dudosa y hasta especulativos, para tratar de descalificar las estadísticas oficiales con el argumento de que son manipuladas.
Al margen de lo ocurrido durante estas presentaciones, queda la destemplanza de haber propuesto, el día de la instalación, al criminal José Sánchez, alias “Mazuco”, al cargo de Vicepresidente de la Asamblea, señal ésta de la baja estima que algunos diputados tienen por el Parlamento Nacional y por sus representados.
Más allá de la ineluctable certeza de que existen dos tendencias que discrepan en la concepción del espacio político venezolano, queda definido que en Venezuela existe una democracia pujante, con una evidente libertad de expresión y de opinión, donde todos los venezolanos podemos expresar, sin limitaciones de naturaleza alguna, nuestro pensamiento, nuestras ideas.
Esperamos que críticas
como éstas, que no tienen otro propósito que exhortar a la cordura,
sirvan para que los parlamentarios de uno y otro bando reflexionen y
tomen la senda de un debate de altura. Nosotros, el pueblo elector,
lo merecemos
(*) Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia
