En respuesta al artículo: El libro del intruso Olalde: Libro Mantilla o La Cartilla del Gato de Roberto Jiménez M.

De los mesías autodesignados a la medicina sistémica

Toda esta polémica sobre la medicina sistémica, me recuerda que al Dr. Fernández Moran lo llamaban “el brujo de Pipe”, por haber sido el fundador del IVIC en las lomas de Pipe en los altos mirandinos. Pocos entendían en ese entonces la importancia de tener un reactor nuclear de fosa para la investigación con fines pacíficos. Es decir, todo lo que se salga de parámetros es acusado de brujería. También Jiménez me recuerda aquellas contradicciones de la academia científica en tiempos de la santa inquisición, cuando bajo amenaza de muerte obligaron a retractarse a Galileo Galilei de su teoría heliocéntrica, para luego hacer una demostración del como un círculo hecho con polvo de cuerno de unicornio, retenía en su interior a un escorpión. Pues la tierra tercamente siguió moviéndose alrededor del sol y no al revés como dictaba el Papa de la iglesia católica, muy seguramente el desdichado octópodo huyó a toda velocidad de aquellos mágicos polvos y el unicornio se tornó azul y fue reportado perdido por un neotrovo cubano de nombre Silvio Rodríguez. No es raro entonces que desde hace mas de dos siglos Charles Fort (con t), tiene vigencia y la actual Sociedad Fortiana sigue acertando en sus criticas a la ciencia. El libro de los condenados, obra original de Fort, se reedita en cada revolución científica sobre los cadáveres de estos mesías autodesignados.

También me recuerda la discusión sobre la concepción de la historia y el desarrollo de las civilizaciones. Resulta ser que la historia conocida es menos del 5% del tiempo que el hombre ha estado sobre la tierra. El otro 95% que llamamos prehistoria (y símbolo de atraso) la especie humana todavía vivía sujeta a los ecosistemas. Digamos que en un estado mas natural. No veo por ningún lado algo positivo o característica de avance o de modernidad poseer 17 veces el arsenal nuclear suficiente para destruir la tierra. ¿Con una vez basta, no? Indudablemente la carrera armamentista nuclear es el más grande monumento a la estupidez humana, pero también es un símbolo de la modernidad. Ni hablemos de la destrucción de los ecosistemas para no deprimirnos.

Después de todo, el hombre primitivo no estaba tan atrasado con su economía sustentable y por lo visto el hombre moderno es el único responsable de la amenaza cierta (y por vez primera en la historia) a su propia especie garantizándose a si mismo su extinción. El pasado nada tiene de atrasado, por el contrario, he ahí las raíces y recordemos que radical es quien va a las raíces. Usted mismo amigo lector, le pregunto si sabe hacer fuego con sus propias manos, siendo el fuego el primer elemento tecnológico de la raza humana. El 99.9% no sabe hacerlo. Ese solo detalle devela mucho de la mentira que nos han vendido sobre la ciencia y la tecnología. Nos enajenan del conocimiento para luego ofrecernos el especialista. Al contrario de lo que afirma Jiménez. China, luego de la revolución cultural, aplicó aquello que de lo viejo lo bueno y de lo nuevo lo mejor. Incorporó a la medicina occidental no solo el conocimiento ancestral de la acupuntura, sino toda la farmacopea basada en productos naturales. Recordemos además que la revolución china fue esencialmente rural, a diferencia de la soviética que fue urbana e industrial. Lo que le imprime características muy distintas. El que 1300 millones de chinos sean todos saludables o no al mismo tiempo, es cuestión de sus características culturales y no de la efectividad de su medicina.

Paralelamente, casi todo el conocimiento científico en el último siglo, ha sido impulsado por la guerra. Pasando por Menguele hasta el genoma humano, desde Fleming y la penicilina hasta Telleman y la fisión nuclear que produjo la primera bomba atómica. Todo el enorme avance tecnológico ha sido, lamentablemente, logrado a través de industria militar. La medicina no es la excepción, por lo que nunca nos debe deslumbrar tales avances. Al igual que las telecomunicaciones y la medicina, son elementos hechos a la medida para un mundo cuyo motor es la guerra. ¿Y donde quedó entonces la capacidad de curarse de nuestros indígenas? ¿A dónde todo el conocimiento de las culturas de América? Cuando llegó Colon a estas tierras ya se hacían trepanaciones de cráneos y teníamos la concepción matemática del cero, mientras en Europa, Nicolás Copernico corría la misma suerte de Galileo Galilei. El oro verde de América, fue tanto para España como para el resto del mundo, el más provechoso tesoro robado a nuestras tierras.

No entiendo entonces esa manía de llamarnos atrasados o indios o ignorantes cuando volvemos a nuestro pasado, corrigiendo una historia impuesta por conquistadores. Sobre la medicina sistémica, el punto no es que si se aplica o no la rigurosidad del método científico, sino el argumento tercermundista de sus detractores, cuando se plantea una vuelta al conocimiento natural de la América y se le califica peyorativamente como “el retorno de los brujos”.

Me llama mucho la atención varios detalles de su último artículo, pero la verdad confieso que no me interesa tanto el asunto de la medicina sistema como desenmascarar a quienes en nombre del movimiento bolivariano se convierten en apóstoles de la ciencia para llegar a la estatura de los Miquilenas y los Peñas que terminan traicionando al proceso. De eso tenemos plagados los entes de la administración del estado que apuestan al fracaso de esta gestión, formando la quinta columna de la oposición y que al final resulta más peligrosa y difícil de derrotar. Aquí está en juego mucho mas que una teoría. ¿Abogado del diablo? No gracias, ya bastantes diablos tuvimos enfrentando a Florentinos y les ganamos la pelea.

Se puede imaginar lo que un evangelizador del software libre puede opinar cuando usted afirma que Bill Gate es un genio de la computación. Eso si que es una herejía en boca de un bolivariano. Ese solo detalle indica lo profano o mal orientado que puede estar en materia de tecnología. Si existe algún símbolo del neoliberalismo, ese es precisamente Microsoft. Amen que a ese señor se le considera el hombre más rico del mundo. ¿A costillas de quien debemos preguntarnos?

Dice usted que tiene en docencia 33 años en Medicina y 25 en Filosofía. Me extraña entonces que haya bajado del olimpo de su arrogancia hasta nosotros los mortales para iluminarnos con su sabiduría. Según eso, usted y la rueda lo mejor de la humanidad o tiene 33 y 25 años equivocándose. Insiste en insultar al pueblo venezolano cuando se le sale aquello de: “hasta mucha gente de pueblo, se ha percatado de ser todo ese aparataje neoliberal”. También podemos darle la lectura de: Hasta el pueblo ignorante se da cuenta, que riñones. No se porque se me parece tanto a los argumentos de la oposición, que hasta de lumpen nos calificaron. Empezando que el pueblo no es ignorante, parte del fracaso de la oposición fue precisamente subestimar a ese pueblo y segundo que raramente tiene acceso a la medicina sistémica, cosa que si me parece censurable. En estos tiempo de revolución lo que no se masifica pierde vigencia. Hasta el poder se está masificando.

Todavía asumiendo que sea cierto, no entiendo entonces como en tantos años de labor científica, filósofos médicos dejaron que el ejercicio de la medicina llegara al extremo de ser un instrumento de exclusión social. Hasta los más reaccionarios sectores del mundo empresarial tienen tiempo planteándose la deuda social. Si no es por una revolución, la medicina no se habría visto cuestionada jamás y precisamente produjo en reacción planes como barrio adentro. La ética en la medicina y en casi cualquier profesión, es un asunto filosófico, no técnico. Bella y humanitaria era la medicina que compartía José Gregorio Hernández con sus semejantes. Primer microbiólogo venezolano y a quien terminaron beatificando, equivalente al status de brujo si nos ponemos materialistas. Afortunadamente barrio adentro (y ojala la sistémica contribuya), están replanteando su papel en nuestra sociedad.

Si realmente queremos llamarnos democráticos o científicos o bolivarianos, tenemos que partir de la base de la coexistencia dentro de las diferencias. Eso significa dejar florecer en absoluta paz todas las corrientes del pensamiento donde detractores y defensores quedan de mas. Recordemos que Palestina era la meca de todas las religiones hasta la fundación del estado de Israel y valla si les ha ido mal con la lógica de la guerra. Luego serán por procesos de selección natural que sobrevivan o desaparezcan al viento de los pueblos.


entropia@cantv.net


Ver artículo de Jiménez en:
http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=11719



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René Baralt


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