Fuimos confinados
políticos en ese importante estado llanero. Los hombres de Betancourt,
en su primer gobierno golpista contra Medina Angarita, nos extrañaron
del terruño porque le enrostramos culpabilidad en la muerte de 18 mineros,
entre ellos nuestro padre, en una mina de carbón aquí mismito en Naricual.
En ese estado, de mujeres y hombres bregadores; diestros en el surco
y el ordeño también conocimos de lejitos unos cuantos especimenes
que más bien parecía que tenía el fenotipo lleno de genes de las
pirañas terrestres que a su vez, mutaron de las de los océanos. Es
que si pensamos en la crueldad de aquellos “hombres” contra sus
semejantes y con su cara de yo no fui, lo menos que podemos hacer es
compararlos con la hienas cuando ríen después que despedazan la presa
que otros animales cazaron.
Hablar de un
viejo flaco y desgarbado; millonario de dinero y garrapata, quien mataba
por antojo, no es excepcional. Sólo que cuando apuntaba contra las
victimas no lo detenían ruegos ni “manos al cielo”. A un chofer
carente, con mujer y seis hijos: “esa arena del Saman de Zaraza es
mía…” Por tres palas de arena, tres balazos y un papel sellado.
Y, andarín borracho, el viejo desgarbado _ pero con ojos de hiena_,
descansaba la trona del sábado en la noche en un banco del paseo Orinoco.
Lo despertó la fortaleza de los pasos de una pareja de jóvenes
enamorados. Turulato de la trona le dio una palmada en la espalda de
ella; un pescozón del corpulento lo despertó con todo y puntería
para clavar el perdigón-38 en el enamorado corazón. Otro papel sellado
también con dos estampillas.
A todas estas
no había nacido ese gran revolucionario, comunista de la juventud universitaria,
quien vio la luz del sol en pleno centro guariqueño: Ortiz. Pero
sus padres le contaron más. Entre otras “hazañas” de los hombres
hiena, la de uno perteneciente a una de las tantas sectas (6 mil) ordenadas
por el Sanedrín, para que se encargaran de desinformar al mundo respecto
de la muerte de Cristo y de la identidad de sus matones, con esa pendejada,
entre otras, cuando pregonan que “Cristo te ama”, como le decía
a sus peones-esclavos el bisabuelo del dueño de una conocida planta
televisora quien lleva el mismo apellido, Camero, del terrateniente
que hacia rezar a sus esclavizados después de la única comida del
día. Y, ¡ay! del que se le ocurriera recordarle al pastor quien era
el mismo hacendado, los “cobritos” que me ha guardado. Un mandado
a cobrar a Tucupido donde no llegaba el desgraciado ni regresaba a la
hacienda.
Ah, pero es
que hemos revisado algunos rasgos de los hombres-hienas del norte y
este guariqueños, los del centro oeste, como que “cortaron” la
guaya de contención. Allí siempre estuvo envalentonada la catirrucia
Flor Manuít, la del revolver al cinto, quien generalizó el refrán
“de tal palo tal astilla” que dejó ver después del 26-S, la mano
peluda que prendió la mecha en la Alcaldía de las Mercedes del llano.
Y uno piensa a corta distancia: ¿no seria esa misma mano peluda la
que desvío el vehiculo en que viajaba el mejor gobernador que ha tenido
el Estado Guárico, precisamente por eso: por ser el gobernador atrinca
revolucionario que enfilaba su política administrativa hacia el progreso
de la región, con lo que le asestaba un duro golpe a las mafias?
Con esto no
queremos espantar el tigre cebado, camarada Presidente Chávez. Sí
estamos contestes con la revolución y el pueblo, que es la mayoría,
que si el del camarada William Lara fue un accidente provocado por esas
mafias, por lo tanto un crimen inscrito en la barbarie, al autor o autores
se les debe cargar la muerte de los 200 campesinos hasta que cante la
culpabilidad de sus curruñas.
Patria, Socialismo o barbarie