Cuento de Navidad

Cuento de Navidad
Texto: Roberto Malaver

El niño Johann tenía todos los juguetes del mundo. Y los destrozaba con mucho cariño. Lo único malo era que cuando llegaba la Navidad, no sabía qué pedirle al Niño Jesús.

Lo que más le divertía era hacer explotar todos sus carros. Tomaba un carro a control remoto, le metía adentro unos cuantos pasajeros, (muñecos de toda clase) y después, lo ponía a correr, y cuando el carro pasaba cerca del nacimiento, apretaba un botón y el carrito volaba por la sala de la casa y de los pasajeros no quedaba nada.

Sus amiguitos venían a la quinta Matafe todas las tardes para aprender con Johann cómo volar carritos de juguetes. Y Johann era un maestro. Les enseñaba todas las mañas para acabar con los muñecos y muñecas de una forma violenta. Las muñecas de Catherine -su hermanita- eran asesinadas de una forma cobarde. Johann violaba diariamente los derechos humanos de todos sus muñecos. Les disparaba con las armas más sofisticadas.

Un día, junto con sus amiguitos, asesinaron y desaparecieron a miles de muñecos, aquello parecía un genocidio. Sin saberlo, Johann había descubierto las armas de destrucción masiva que un presidente norteamericano estaba buscando en algún país del mundo.

A pesar de tanto asesinato, Johann todavía no estaba contento con lo que hacía, sentía que le faltaba algo por hacer. Mientras tanto sus padres le traían miles y miles de muñecos de todo tipo. Muñecos que al día siguiente desaparecían o volaban por la sala de la casa.

Un día, viendo la televisión, Johann escuchó que habían volado un carro con C-4. Entonces le pidió a su padre que le consiguiera medio kilo de C-4. No pasó mucho tiempo y ya el explosivo estaba en sus manos. Llamó a los niños de su banda y los invitó a la sala para mostrarle el nuevo descubrimiento.

Entonces, tomó el carro que él utilizaba para correr diariamente por el patio de su casa, y le colocó debajo el explosivo. Metió en el carro a cuatro de sus muñecos más queridos, y aprovechó para meter también una barbie de colección de su hermana. Tomó el equipo para hacer estallar el C-4 y luego invitó a sus amiguitos a salir de la mansión.

Una vez afuera, Johann, dándole una clase a sus amigos, accionó el disparador del explosivo y el estallido se escuchó en toda la urbanización. Al momento la casa ardía por los cuatro costados.

Cuando llegaron los bomberos, ya no había nada que hacer, los pasajeros del carro de Johann estaban carbonizados.

Periodistarobertomalaver@cantv.net


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Roberto Malaver

Periodista y escritor. Niega ser humorista, a pesar de algunas evidencias que indican lo contrario. Co-moderador del popular programa "Los Robertos", al cual insisten en llamar "Como Ustedes Pueden Ver". Co-editor del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". "Co-algo" de muchos otros proyectos porque le gusta jugar en equipo.

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