La indignidad cardenalicia del troglodita

El anticomunismo es anacrónico, no se corresponde con el presente. En Venezuela desde el gobierno democrático de Isaías Medina Angarita, hace 60 años, fue legalizado el Partido Comunista de Venezuela. En lo sucesivo, con excepción de  la dictadura perezjimenista y de los años más duros de la represión puntofijista , el comunismo siempre ha sido una opción ideológica y política válida que goza de todas las libertades dispuestas por la Constitución y las Leyes para aspirar a ser gobierno. El Cardenal Urosa Sabino y algunos obispos del Episcopado venezolano usurpan el Estado de Derecho y se abrogan las atribuciones del Tribunal Supremo de Justicia al predicar la persecución e ilegalización de los comunistas hasta el extremo de promover la desestabilización de las instituciones democráticas por estar viendo comunistas hasta en la sopa inclusive  en el propio Presidente Chávez quien está muy lejos de serlo, por lo menos en el sentido ortodoxo del término.  La Iglesia en Venezuela como persona jurídica de derecho público está limitada a ejercer el culto católico pero se ha extralimitado en sus funciones violando el Convenio celebrado entre la Iglesia Católica y el Estado Venezolano por una injustificada e inaceptable intromisión en los asuntos políticos, del gobierno y de las demás ramas del Poder Público.

 Aunque la esclavitud fue abolida en Venezuela desde el siglo XIX, la consecuente discriminación racial  subyace, en la actualidad,  como un prejuicio social en la llamada alta sociedad o en la clase media que se cree alta. Igual ocurre con el anticomunismo que es uno de los vicios más abyectos del capitalismo, es simplemente una aberración antidemocrática.    

 La alta  jerarquía eclesiástica asume en Venezuela  el anticomunismo con la misma mentalidad de Juan Vicente Gómez y de Douglas Macarthur.  Rómulo Gallegos representó a la dictadura gomecista , en su obra literaria, con el símbolo de la barbarie y el norteamericano Arthur Miller en su obra “Las Brujas de Salen” hace una analogía entre el macartismo y la inquisición religiosa. Gallegos y Miller no tenían nada de comunistas pero no eran tampoco anticomunistas. Ambos eran intelectuales progresistas y demócratas dotados de un gran talento creador. Ponemos este ejemplo para ilustrar el signo progresista y democrático de la inteligencia en el siglo XX. Hay un paralelismo histórico entre el episcopado venezolano y el clero anticomunista, en tiempos de la República Española, que terminó haciendo causa común con el fascismo de Francisco Franco antítesis de la democracia y de los más elementales derechos humanos. Nuestro   obispado  en su mayoría retrógrado,  ultraderechista  y anticomunista, aupado por algunos subalternos aún más recalcitrantes que los altos jerarcas de la iglesia,  están transitando por un camino que no es precisamente el de los Santos. Estas desviaciones antidemocráticas ya los llevaron a convertirse en actores principales del golpe de Estado en abril del 2002 y al papelazo protagonizado por el Príncipe de la Iglesia, en aquel momento, como mentor espiritual del dictador Carmona.   Incapaz  de entender que no  puede ser demócrata  y anticomunista al mismo tiempo, el sucesor del golpista José Ignacio Velásquez, con razón llamado troglodita por el Presidente Chávez, repite el guión de aquel indigno Cardenal y poseído también por el dogma maligno del anticomunismo, camina derechito al despeñadero de la conspiración y la desestabilización.

 No se les ocurre a los anticomunistas con sotana otra argumentación  que repetir el desacreditado estribillo  contra la Revolución Cubana al falsear la verdad sugiriendo que en Cuba no hay libertad de cultos. Todo lo contrario, allá en Cuba la Iglesia Católica se ocupa de la atención espiritual de la feligresía al mismo tiempo que los sacerdotes son respetuosos de las leyes y cada persona es libre de asistir al templo de su religión preferida. Pero el mayor cinismo de los voceros del Episcopado venezolano es calificar de comunista al Presidente Chávez cuando saben y les consta que es un hombre de profunda formación cristiana. No le perdonan a Chávez que no sea anticomunista como ellos y por ende vasallo de la burguesía y del imperialismo.  Esta posición facinerosa del obispado venezolano contrasta con la práctica de los comunistas venezolanos que históricamente siempre han sido solidarios con el pueblo cristiano. Los comunistas nunca han dicho a sus militantes y amigos que no vayan a la Iglesia pero los curas sí les prohíben a los católicos ir a la casa del partido comunista.  Hay sobradas razones en un militante, como yo, de la utopía posible del comunismo, para apoyar a Chávez sin importar que no sea comunista como él mismo está cansado de decirlo. Algún día el pueblo cristiano, cansado de tanta infamia contra el Presidente Chávez, expulsará, como lo hizo Cristo, a los mercaderes del templo, a esa mafia de la jerarquía católica que sólo defiende los intereses contrarios al evangelio cristiano y condena a quienes lo practican.

(*)Profesor

sergiobricenog@yahoo.com

padreamalivaca.blogspot.com



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Sergio Briceño García (*)

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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